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356 ISIDORO DE VILLAPADIERNA simultáneo en congresos internacionales de la Orden celebrados en el Aula magna del Colegio Internacional, cicerone de los grupos de estu– diantes del mismo colegio o de participantes a los cursos de formación en sus visitas a Roma y alrededores, a los museos vaticanos y al Museo Franciscano de nuestro Instituto, del que fue nombrado viceconservador oficialmente en febrero de 1986. Desde 1984 a 1986 fue miembro de la Comisión General de Reflexión e Investigación de la Orden e intér– prete en la comisión preparatoria del V Consejo Plenario de 1986. Aunque lejos de la provincia, no perdió el contacto directo y eficaz con ella. Acudió a los capítulos provinciales celebrados desde 1981, co– mo delegado, y lo fue también por parte de la provincia en el capítulo general de 1988. Se prestó para dar conferencias de franciscanismo a los grupos espaµoles de los cursos de formación permanente. Desde 1983 hizo de ecónomo en Roma de la provincia . y de su viceprovincia de Venezuela. Incluso dedicó el verano de 1988 a ordenar el Archivo de esta viceprovincia en Caracas. Roma, o mejor, el Grande Raccordo Anulare donde está ubicado nuestro Instituto, el Colegio Internacional y la Biblioteca Central de la Orden, fue el verdadero "lugar hallado" del P. Germán. No sólo le proporcionó descanso y facilidades para sus tareas cie~tíficas y cultu– rales, sino también variadas formas de evasión. Reposaba, se oxigenaba en sus largos paseos por la finca, con bosque y valle, del colegio o por las soledades de la campaña romana, siempre con un libro en mano. No menos reconfortantes, para el espíritu y los ojos, las apacibles horas que pasaba en el Museo del Instituto, o en la contemplación de monu– mentos y obras de arte cuando se llegaba a la ciudad. De Roma sólo le fue hostil el clima húmedo, que le ocasionaba frecuentes jaquecas. Por lo demás, su salud estaba comprometida desde hacía mucho tiempo, por el cuadro cünico que ya conocemos. No deja– ba transparentar sus dolencias ni parece que les diera alguna importan– cia. Después de las calamidades físicas sufridas, escribía todavía en 1985 esta anotación para su ficha del archivo provincial: "Percances. Algunas enfermedades naturales y numerosos accidentes de carretera''. Ya en ese mismo año se le había declarado una molesta y peligrosa flebitis cuando en verano prestaba algunos servicios a las Franciscanas de Montpellier, que tenían una excelente cünica en Nimes. Por allí solía pasar cada verano para · una revisión. El 2 de marzo de 1990 cesó su mandato de presidente del Institu– to. Meses más tMde asistió al capítulo provincial celebrado los días 26
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