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SAN FRANCISCO EN ESPAÑA 295 hacia España, manifestada por el llanto del Santo ante la heroicidad y sacrificio de los caballeros españoles diezmados en el asedio de Damieta el 29 de agosto de 1219 29 , sería correspondida por el pueblo español con una simpatía y veneración excepcionales. Había, en efecto, un hecho único que elevaba al Santo de Asís sobre su nacionalidad italiana: el milagro de las llagas que lo hacían tan vivamente semejante a Cristo y lo convirtían en un intercesor pro– digioso. De España había llegado una de las varias pruebas contundentes sobre la veracidad y sobrenaturalidad de las llagas de S. Francisco: el caso ruidoso, y alucinante por las circunstancias, de aquel rico comerciante, un tal Juan de Castro de Lérida, gravísimamente herido y que fue sanado instantáneamente por el Santo aplicando sus llagas a las heridas del paciente 30 • El testimonio es particularmente precioso y elocuente si se tiene en cuenta que también había llegado a España la guerra contra las llagas de S. Francisco, desencadenada, como es sabido, por ciertos sujetos del clero y de las Ordenes religiosas escandalizados por la novedad de este tipo de santidad o, acaso más bien, movidos por emulaciones de diverso género contra los fran– ciscanos. En efecto, con la bula Quia longum esset del 28 de julio de 1259, el papa Alejandro IV se dirigía a los arzobispos y obispos de los reinos de Castilla y León quejándose amargamente de que se hubiera hecho poco o ningún caso de su bula Benigna operatio del 29 de octubre de 1255, en la que denunciaba y castigaba la osadía de quienes habían borrado o hecho borrar las llagas en las imágenes del Santo y predicado contra la veracidad histórica de tales llagas 31 • Sobre la existencia de este culto a las llagas, o al Santo en general, tenemos algunas noticias ciertas del siglo XIII. De 1232 es la iglesia de las Llagas de S. Francisco, la primera fundación franciscana en Mallorca 32 , y numerosos son los conventos, con sus 29 2 Cel. pars IV, 30: AF X, 149; d. A. López, La provincia cit. 211s. 30 3 Cel. II, 11-13: AF X, 277s. El caso, con variantes y más detalles, fue registrado también por S. Buenaventura en su mayor, Mirac. I, 5: AF X, 269 y por la Crónica de los XXIV Generales, III, 191s. Cf. A. López, La provincia cit. 253s. 31 Cf. Octavianus a Rieden, De sanctí Francisci Assísiensis stigmatum susceptione, en Col!. Franc. 34 (1964) 291-293; A. López, La provincia cit. 255-257; A. Vauchez, Les stigmates de saint Franr;ois et leurs détracteurs dans les derniers siecles du Mayen Age, en l,félanges d'Arcbéologie et d'Histoíre 80 (1968) 595-625. 32 Cf. F. Martorell, Tres retaules franciscans a Mallorca, en Franciscalia, Bar– celona 1928, 241.

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