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98 ENRIQUE RIVERA DE VENTOSA razona agudamente este filósofo, se da un «a priori» lógico con validez meta– física, por cuanto en la esencia metafísica, expresada por la definición, se contienen los atributos de la cosa definida. De esta suerte, por un procedi– miento lógico «more mathematico» se puede llegar a demostrar la existencia de Dios. Este modo de argumentar lo parifica Ulloa con la deducción que hacen los escolásticos al razonar sobre las perfecciones divinas, deducidas de la misma esencia de Dios. De esta suerte, por un procedimiento matemá– tico y por una deducción metafísica piensa Ulloa que el tránsito del orden lógico al orden real queda plenamente justificado 22 • El otro aspecto de la ontoteología, la relación de la verdad ontológica con Dios, ha sido estudiado por Martín Esparza y Artieda (1606-1689) en relación con el argumento ontológico. En su razonar parte Esparza de que se dan verdades absolutamente necesarias al margen de toda relación tempo– ral. Ahora bien, toda verdad formal consiste en la conformidad con la verdad objetiva. Tiene, pues, que darse una entidad que, identificada con la verdad objetiva, fundamente toda verdad formal. Esta entidad no es otra que Dios 23 • Desde la historia de las ideas esta argumentación de Esparza tiene más de agustiniana que de anselmiana. En todo caso nos introduce de lleno en otra vertiente de la ontoteología: la que intenta desvelar la relación de las verdades eternas con Dios. Los grandes metafísicos de la época, Descartes, Leibniz, vieron esa vinculación como una exigencia para fundamentar la verdad. En esta misma línea se halla el pensamiento de Esparza quien, a su vez, desarrolla la argumentación ya propuesta por A Pérez. Es, con todo, muy de notar que en España F. Suárez había abierto la puerta a una ontolo– gía autónoma -asumida hoy por X. Zubiri- al sostener que la verdad de la esencia de las creaturas no consiste en la conformidad con la mente divina ni con la idea que se halla en Dios, sino que es verdadera en sí misma, por ser tal esencia 24 • Sebastián Izquierdo, recogiendo este legado metafísico suare– ciano, formula este juicio: «El que las creaturas sean posibles no proviene de algo extrínseco a las mismas, es decir, de la omnipotencia divina. La posibili– dad primaria y fundamental de las creaturas consiste en que sus mismas esencias se hallan inmunes de contradicción 25 • Pensamos que en este momento el pensamiento hispano se ha antici pado a un problema al que nos han sensibilizado las acusaciones de Heideg– ger contra la metafísica clásica al acusarla de ser mera ontoteología. Tiene algún fundamento la objeción heideggeriana respecto de la tradición en línea con San Agustín, San Anselmo, San Buenaventura y Santo y Tomás. Pero no vale ciertamente para la interpretación que da Suárez de la verdad ontológica y que hace suya S. Izquierdo en los mismos días en que Descartes 22 Juan de Ulloa, Physica specu/atiua quatuor disputationibus distincta, Romae 1713, pp. 690-696. 23 Martín de Esparza y Artieda, Cursus theologicus.... Lugduni 1666, !, pp. 2-6. 24 Francisco Suárez, Disputaciones metafísicas. Edic. y trad. de S. Rábade..., 7 vol., Ed. Gredos, Madrid 1960-63 (el texto comentado en v. 11, p. 1340). 25 S. Izquierdo, Pharus scientiatum..., 2 vol., Lugduni 1659 (texto citado en v. l, pp. 271-272).

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