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EL BARROCO ESPAÑOL DENTRO DE LA CULTURA EUROPEA 97 poder no ser, la contingencia. Confirma A. Pérez esta su argumentación con un recurso a la estimativa del bien, pues la experiencia nos dice que el bien real, y no ya el meramente posible, es el término de la volición razonable. Con ello no intenta A. Pérez dar una nueva prueba del argumento ontoló– gico, sino confirmar el argumento propuesto. Y lo amplía aún m6s, por cuanto el ser perfectísimo, en cuanto cúmulo de todas las perfecciones, lleva en sí la doble propiedad inherente al concepto anselmiano de perfec– ción «simpliciter simplex». Por la primera la perfección «simpliciter simplex» no dice oposición alguna a otra perfección. Por la segunda, le es inherente la posibilidad de realizarse. Luego el ser perfectísimo en el que se hallan todas las perfecciones simples es constitutivamente posible y realizable. En el momento cumbre de su Metafísica este pensador ve en el texto bíblico Ego sum qui sum (Ex. III, 14) la definición de Dios. Es decir, contempla la existen– cia de Dios brotando de la raíz quiditativa de su esencia 19 . En los mismos días otro pensador español, Francisco González de Santa Cruz, de 1591 a 1661, aceptaba también como válido el argumento ontoló– gico e intentaba aclararlo desde la disyuntiva «ser o no ser», aplicada a lo que es perfecto y bueno. Para él es evidente que ante esta disyuntiva el ser que es perfecto y bueno tiene esencial conexión con el ser y rechaza el no ser. Empalma ciertamente este pensador con San Anselmo. Pero la formulación que hace del argumento ontológico viene a ser semejante a la que propone Leibniz al vincular la posibilidad intrínseca al ser perfectísimo, como algo ínsito en él. De donde se deduce legítimamente la existencia del ser perfectí– simo, como algo intrínsecamente necesario. También este pensador halla en la tendencia natural a amar y reverenciar el ser perfectísimo, por ser lo óptimo que puede darse, una confirmación de la prueba ontológica. Con Antonio Pérez la estimativa de los valores da un refrendo al famoso argumento 20 . La segunda consideración sobre este argumento pone el acento en la exisgencia mental del legítimo tránsito del orden lógico al orden ontológico, del orden ideal al orden real. Matías Borrull, de 1615 a 1689, sostiene que en la esencia divina se da una prioridad lógica de la esencia respecto de la existencia. De donde el concepto de ente, aplicado a la esencia divina, incluye en sí mismo una connotación necesaria de la existencia 21 . Sobre este tema otro pensador, Juan de Ulloa, de 1639 a 1721, se mueve en su razonar dentro del clima de la filosofía moderna de un modo muy señalado, al advertir que muchas demostraciones matemáticas parten de las definido· nes de los números y de las figuras. Ahora bien; en tales demostraciones, 19 Antonio Pérez, Im primam parten dívi Thomae Tractatus quínque. Opus posthu– mum, Romae 1656, l. pp. 10-12. 20 Francisco González de Santa Cruz, Lógica tripartita, id est. vaca/is, rea/is et rationalis philosophi Aristote/is et interpretum ejus ..., Romae 1639; Philosophia natura/is..., Romae 1645: Tertia pars cursus philosophici. sive Metaphysíca Aristotelis et interpretum ejus. Romae 1655 (en p. 511 el texto comentado). 21 MATIAS BüRRULL, Tractatus duo, de essentia et attríbutis, et visione Dei. Lugduni 1644. p. 362. 7

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