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96 ENRIQUE RIVERA DE VENTOSA entonces ha venido a ser una cuestión histórica si la teología natural -lla– mada más tarde Teodicea- forma parte de la Ontología y Metafísica, o es independiente de ella. No es cosa de volver ahora sobre esta cuestión filosó– fica, tan conocida y estudiada. Pero es necesario tenerla en cuenta para mejor comprender la aportación hispánica al llamado hoy ontoteologismo. La temática del mismo fue puesta muy en relieve por M. Heidegger, al dar este título a una de sus reflexiones: Die onto-theo/ogische Verfassung der Metaphysik 17 . Se conviene con Heidegger en llamar onto-teologismo al intento de fundamentar la ontología en la teodicea. Más esta fundamentación puede tomar dos aspectos muy distintos. La ontoteología puede vincularse al nexo que establece el llamado argumento ontológico, estilo anselmiano, entre la idea de Dios y su existencia, o puede hacer referencia a lo que la escolástica ha llamado verdad ontológica, en cuanto a esta verdad se la concibe mensurada por la idea divina. Es una defi– ciencia de R. Ceña!, en su profundo estudio sobre el argumento ontológico en el siglo XV!l 1 8 , que pase insensiblemente de una ontoteología a otra. His– tóricamente este desplazamiento no se halla justificado. San Anselmo pro– pone el argumento ontológico como incontestablemente válido y asimismo funda la verdad ontológica en Dios. Sin embargo, Tomás de Aquino niega valor al argumento ontológico, pero asiente con San Anselmo en ver la esen– cia divina como fundamento último de la verdad. F. Suárez, a su vez, niega valor al argumento ontológico e igualmente niega la necesidad de fundar la verdad ontológica en Dios, por tener en sí misma suficiencia. Tesis ésta que en nuestros días hará suya X. Zubiri. De esta historia interna de la Metafísica deducimos la necesidad de distinguir los dos aspectos que hemos señalado en la ontoteología. Ciertamente que los grandes pensadores del siglo XVII, Descartes y Leibniz, conexionaron ambos aspectos en su Metafísica. ¿Qué opinaron del gran tema los españoles? Es lo que ahora quisiéramos breve– mente historiar. El primer aspecto de la ontología, es decir, el valor del argumento ontoló– gico, fundado en la conexión entre el pensar y el ser, admite dos considera– ciones distintas. La primera. que será la preferida por Leibniz, intenta poner en claro que el concepto de ser perfectísimo no es contradictorio. De donde el gran pensador concluye que de este puro concepto se deduce legítima– mente la existencia de Dios. Antes de Leibniz, Antonio Pérez, pensador español que vive de 1599 a 1649, fundamenta la exigencia de que Dios exista en que el ser perfectísimo se opone a la carencia de todo defecto, por ser el cúmulo de toda clase de perfecciones. Por cuanto carece de todo defecto el ser perfectísimo es un bien y no una mera quimera. No es por tanto un mero producto que la mente puede formar con su imaginación, sino una realidad claramente posible. Como tal, tiene entonces que existir, pues de los contrario no carecería de defecto, al tener el peor de todos: el 17 M. Heidegger, Identitdt und Differenz, Pfullengen 1957, pp. 31-67. 18 R. Ceña!. 'El argumento ontológico de la existencia de Dios en la escolástica de los siglos XVII y xv111· en Homenaje a Zubiri. Madrid 1970. pp. 245-325.

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