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10 Francisco de Asís, según sus biógrafos, fue perfec– to imitador de Crísto. No extraña, por ello, que el mo– vfrniento franciscano sea también, aunque en tono nienor, un fenómeno paralelo y similar al del cris– tianismo. Ni que participe de algunos de sus rasgos más peculiares. Así, el cristianismo intenta repetir en cada existencia humana la vida de Cristo y su mensa,. je, sin lograr janiás agotarlos plenamente, dada su in– sondable riqueza. Queda siempre algo por hacer, cami– nos nuevos que roturar, modos inéditos de llevar' a cabo la experiencia cristiana. La Persona de Jesús de Nazaret vivifica a la Iglesia que es su cuerpo místico. Pero éste no puede apresar en sus miembros todo el misterio de Aquél, ni contenerlo en las coordenadas del espacio y de la historia. Jesús se sitúa nzás allá de cualquier categoría hwnana, Señor de vivos y de muertos, inaccesible, a la derecha de Dios, aunque se encuentre también inmanente en el hombre y en la so– ciedad. Con Francisco y sus seguidores acontece algo pa– recido. El Santo de Asís -dice J. A. Merino- "nunca fue aficialnzente reconocido como filósofo, teólogo, artista, político u hombre de iglesia. Pero vivió de tal modo que su estilo y comportamiento hicieron posi– bles una filosofía, una teología, una literatura, una po-- 119

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