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Paul Sabaticr, considerado desde entonces como padre ele los estudios franciscanos, contribuyó a desencadenar la cuestión franciscana con dos hechos: a) La publicación en 1884 de su Vida ele San Francisco. Tuvo un éxito extraordiario. Por ella ingresó en la Academia France– sa. Pero la Iglesia romana la metió enseguida en el Indice de libros prohibidos. Sabatier insistía en la espontaneidad de Fran– cisco y en la manipulación de su movimiento por la curia roma– na, representada sobre todo p01· el cardenal Hugolino. b) Sabatier publicó en 1898 el Spernlum perfectionis como obra de fra.v León, el discípulo predilecto de Francisco. Lo pre– sentaba como la biografía más antigua ~1227, por un error de códice, en lugar ele 1318- y la más mtténtica, frente a la visión oficial y deformada de Cel~no y San Buenavenlura. Pues bien, ha pasado un siglo y la cuestión franciscana sigue dando que hacer. Lo cual indica que no era sólo cuestión de có– dices, de fechas ni siquiera de biógrafos. Es indudable que huv conocemos mejor todo esto. Prueba de ello son las ediciones crí– ticas y las versiones que se han venido haciendo. 5. Un hecho fondarnental parece estar destinado a dar una respuesta definitiva a múltiples cuestiones planteadas: el giro que han tornado los estudios sobre San Francisco. «La línea an– tigua se caracterizaba por otorgar la primacía a las fuentes bio– gráficas,con las que se armonizaban los "escritos" de San Fran– cisco. El nuevo enfoque, en cambio, da un valor autónomo y pri– mordial a la obra del santo» (A. Rotzetter, «Concilium», p. 384). 6. Pero vayamos despacio y no nos dejemos llevar de un en– tusiasmo simplista. Es cierto que los Escritos ele San Francisco son excepcionalmente abundantes en un hombre del siglo XIII v sin letras Es igualmente cierto que tienen un sello inimitable de autenticidad v que el alma de Francisco se asoma por cada una de sus frases. Pero no se crea que es tan fácil transitar por este camino. Basta con evocar unas pocas cuestiones (Cf. Th. Desbonnets, «Concili11m)), pp. 358-372). Francisco es un laico. La barrera del libro. La barrera de la lengua. Lé1 mediación nece– saria del Clérigo. Cómo leía Francisco la Escritura. Cómo leían la Escritura los primeros frailes. 7. Hay ya ,ílgunas conclus:ones. La concepción que Francis– co tiene de la E,:critura difiere de la de sus biógrafos en puntos importantes. Estos conocen los métodos científicos de la época 144

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