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III. INTENTO DE SINTESIS Una vez realizado este muestreo sobre algunas de las revis– tas que se ocupan de San Francisco, se siente la obligación de intentar un esbozo de síntesis, siquiera sea telegráfica. Más que una respuesta precisa a las dos cuestiones que aquí se han plan– teado -experiencia de Dios en San Francisco, y su originalidad y presencia-, quiere ser una pista que indique el estado en que se encuentra la investigación actual. 1. Cada época tiene su manera peculiar de interpretar, de hacer y de vivir la historia franciscana (Stanislao Campagnola). Es posible que también nosotros tengamos la nuestra. 2. La dificultad de un conocimiento exacto de San Francisco no proviene de la falta de datos, sino de la abundancia de los mismos, sobre todo de la opción de las fuentes. Según que se to– me ]a oficial de Ia «comunidad)} o la mantenida en el sector de los «espirituales», la figura de Francisco resultará diferente. Es– to es lo que, según Paul Sabatier, se viene llamando «la cuestión franciscana» (L. Iriarte). 3. Un reconocido especialista, reseñando un Congreso Inter– nacional celebrado en Asís en 1973 para estudiar la «cuestión franciscana» daba por lo menos tres versiones sobre la susodi– cha cuestión (Cf. Sebastián López, en «Selecciones de Francisca– nismo» S (1979) 354). De donde se deduce que no sólo el Con– greso no aclaró la famosa cuestión, sino que tampoco a un es– pecialista Je resulta fácil determinar en qué consiste. 4. En orden a comprobar la situación actual de los estudios franciscanos, puede ser interesante volver sobre una cuestión, que por algún secreto misterio, aún no se ha resuelto. Un poco de historia puede ayudar a formularla. Ernesto Renán descubre, en el ocaso de su vida, a Francisco de Asís como «el hombre que, después de Cristo, ha ofrecido al mundo el ejemplar más aca– bado de originalidad y de limpidez más libre de convenciona– lismos». Renán encomienda a un discípulo suyo, pastor protestante y profesor de Estrasburgo, Paul Sabatier, que se ocupe de estu– diar los orígenes del franciscanismo. Renán estaba convencido de que el movimiento renovador de Francisco había sido des– viado y ahogado por la curia romana con sus prescripciones ca– nónicas y sus abstracciones escolásticas. 143
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