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audaz y más original que se haya escrito sobre San Francisco en estos últimos años. Destruye la interpretación de Eloi Lc– clerc, no sólo la elemental teológica a la que alude él en su co– nocido libro, sino los presupuestos fenomenológicos y herme– néullcos en que se basa. Destruye toda otra interpretación que se haya dado al Cántico, y finalmente termina destruyendo el Cántico mismo, afirmando que no es de San Francisco. Parece que no se ie puede negar a Manwno el conocimiento del lema. Sin embargo no aparece claro cuáles son los fundamentos, no ya metodológicos, sino que su lenguaje, el aparato crítico del ar– tículo, el planteamiento despreocupado de cuestiones muy se– rias, hacen temer que se trate de un camelo. No se pueden sa– car alegremente conclusiones como ésta: En la computadora del "Corpus des Sources» de Lovaina se encuentra la palabra «her– mano» 325 veL'es (incluidos los escritos de Santa Clara) «y nun– ca -dice Manzano- referido a ningún ser "infrahumano"». La sorpresa de Manzano hubiera sido mayúscula si se hubiera fija– do que tampoco San Francisco aplica nunca la palabra «herma– no)> referida al hombre, excepto, claro está, a los <,hermanos me– nores,,. ¿ Querrá esto decir que San Francisco no considera her– manos más que a sus frailes? De la cornpuLaclora sólo sale lo que en la computadora entra. Si Manzano ha escrito en serio este ~,rtículo, estú obligado a decirnos cuáles son sus presupues– tos hermenéuticos. También ]os teológicos. ¿ Se trata acaso de un intento de llegar a Francisco sin ningún presupuesto? ¿ Es ello posible, aunque sea aludiendo a un «toque sustancial»?). - La revista <(Concilium» divide el contenido del número dedicado a San Francisco en tres partes: Sección histórica, Fran– cisco en su época y Francisco hoy. Aunque hay firmas como F. de Beer, Th. Desbonnets, A. Rotzetter, el número decepciona, acaso por la estructura misma de ]a revista, que tiene un núme– ro de páginas asignado a cada artículo mucho más reducido que las otras revistas reseñadas hasta ahora. Sin ernbargo, vale la pena destacar: Th. Desbonnets: «Lectura franciscana de la Escritura». A. Rotzetter: «Mística y cumplimiento literal del evangelio en Fran– cisco de Asís». Y el mús sugerente de todos, aunque no exento de ciertn confusión, del teólogo dominico Christian Duquoc: «A propósito de Francisco. El valor teológico de la leyenda». 142

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