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FILOSOFIA DEL LENGUAJE EN M. DE UNAMUNO 183 4. LA p ALABRA CREADORA Para comprender en su hondura el alto concepto que llegó a formarse M. de Unamuno sobre la Palabra, es muy de notar el tránsito que realiza su mente en la valoración de lo cuantitativo a lo cualitativo en sentido inverso a,l que ha seguido la ciencia moderna. Esta, a partir de Galileo, inicia su marcha de gran estilo en el siglo xvn, al sustituir las formas y cualidades aristotélicas por elementos cuantificables. El cambio galileia– no de lo cualitativo a lo cuantitativo en la interpretación del cosmos, alcanza una ápide en la •lógica algebraica de hoy, preámbulo de la ciber– nética y de la planificación total de la realidad atingible. Advertimos este mismo cambio en M. de Unamuno, pero con signo contrario al de la ciencia moderna. En su primera época sigue la vía gali1eiana cuando escribe: «A medida que la ciencia, pasando de la pre– visión meramente cualitativa a la cuantitativa, va purificándose de la concepción vulgar, se despoja poco a poco del lenguaje vulgar, que sólo expresa cualidades para revestirse del racional, ,científico que tiende a expresar lo cuantitativo». De esta actitud mental surge este su deseo que expresa en esta fase admirativa: «¡Si todas las ciencias pudieran hacerse un álgebra universal, si pudiéramos prescindir en la economía política de esas condenadas palabras de valor, riqueza, renta, capital, etcétera, tan preñadas de vida, pero tan corrompidas por pecado original! Un álgebra les serviría de bautismo a la vez que extraeríamos ciencia de su fondo histórico, metafórico» 33 • Qué lejos nos hallamos aquí de la Palabra viva y vivificante que cantó en su última lección académica, según acotamos, al iniciar esta reflexión. Muy distinta de la mentalidad que manifiesta en 1895 es la que re– velan estas líneas, escritas en 1912, y que se hallan en su obra: Del sen– timiento trágico. En ellas se enfrenta con R. Avenarius, precursor del neopositivismo lógico de las últimas décadas, y contra él escribe: « Y para hacer una filosofía puramente racional, habría que hacerla por fórmulas algebraicas o crear una lengua -una lengua inhumana, es decir, inapta para las necesidades de la vida- para ella, como lo intentó el doctor Ricardo Avenarius, profesor de filosofía en Zurioh... para evitar preconceptos. Y este vigoroso esfuerzo de Avenarius, el caudillo de los empiriocriticistas, termina en rigor en puro escepticismo» 34_ Esta segunda mentalidad, tan opuesta al intruso influjo del álgebra en la lingüística, es la que hace suya Una,muno en toda la íÚltima época de su vida. Con humanísimo lenguaje, tan distanciado del álgebra inhumana, Don Quijote, sin escepticismo alguno, sino pleno de confianza, habló a los cabreros sobre Ja edad de oro, realizando entonces, subraya Unamuno, hazañosa aventura, la de administrar el sacramento de la palabra 35 • No parece, creemos, que se deba aminorar el valor sacro de este término, pues en la mente de Unamuno está que la palabra esconde una especie 33 'En torno al casticismo. I. La tradición eterna', Obras Completas, I, p. 789. 34 'Del sentimiento trágico de la vida. VII. Amor, dolor, compasión y persona– lidad', Obras Completas, VII, p. 195. 35 'Vida de Don Quijote y Sancho. Parte Primera', cap. XI, Obras Completas, III, p. 93.
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