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182 ENRIQUE RIVERA DE VENTOSA Pero este cuidado que tuvo del estilo, de toda palabra que dejaba escrita, sobre todo en poesía, parece en contradicción con lo que escribe a un amigo en supuesta carta: «He dudado más de una vez de que puedas cumplir tu obra al notar el cuidado que pones en escribir las cartas que escribes. Hay en ellas no pocas veces tachaduras, enmiendas, correcciones, jeringazos. No es un chorro que brota violento, expulsando el tapón. Más de una vez tus cartas degeneran en literatura, en esa cochina literatura, aliada natural de todas las esclavitudes y de todas las miserias» 29 • Este despiadado ataque a la literatura parece muy en contra de sus exigencias estilísticas. En un pequeño poema, de corte clásico, se dirige a otro supuesto amigo para decirle: «Mira, amigo, cuando libres / al mundo tu pensamiento, / cuida que sea ante todo /. denso, denso» 30 • Lo pecuJiar del caso es poder comprobar que el se atuvo a este criterio de densar y bruñir todos sus escritos, singularmente sus poesías. ¿Cómo ex:plicar, entonces, este aparente contraste de consejos y de ejemplaridad? Pensamos que se necesita aplicar aquí lo que dijimos sobre los dos planos en que se mueve Unamuno, analizados al hablar del escritor, ora– dor y crítico. En efecto; si por estilo se entiende un saber aprovecharse de frases heohas y lugares comunes, tal estilo hará imposible, se tenga o no conciencia de ello, trasparentar la propia alma, primera finalidad al escribir según Unamuno. De aquí la justa reprobación de este estilo. De él se guasea con su primer amigo. Pero si por estilo se entiende al hombre mismo que lo encarna, como dijo Buffon y se ha repetido mil veces, entonces este estilo hace vibrar al lector, que sintoniza con la obra, ga•lvanizado por la magia del lenguaje personal. El pensamiento se ahoga, por el contrario, en un estilo etéreo, sin cue:npo, o sea sin estilo 31 . A este propósito del estilo Unamuno recuerda el incomparable de Santa Teresa. Protesta de que se aplique el socorrido elogio de «pluma de oro». «No, escribe textualmente, la pluma, el estilo, de Santa Teresa no era de oro, sino de águila. De ala del águila de San Juan, la que mira al sol, cara a cara» 32_ Cuánto dice en la pluma de Unamuno este mirar a Dios cara a cara de Teresa de Jesús. Dejamos el comentario para otra ocasión. Basta ahora subrayar la infinita distancia que Unamuno establece entre el estilo adocenado y en uso frente al estilo que brota del soterraño de la con– ciencia del alma, que, como la de Teresa de Avila, es capaz de mirar a Dios cara a cara. Es entonces cuando surge potente e irreprimible el lenguaje creador. 29 'Vida de Don Quijote y Sancho. Ensayo preliminar. El sepulcro de Don Quijote', Obras Completas, III, p. 57. 30 'Poesía', Obras Completas, VI, p. 169. 31 'Alrededor del estilo', Obras Completas, VII, p. 901. 32 Op. cit., p. 888.
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