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FILOSOFIA DEL LENGUAJE EN M. DE UNAMUNO 181 gran libro español. No han comprendido que Cervantes «sacó a Don Quijote del alma de su pueblo y del alma de la humanidad toda, y en su inmortal libro se lo devolvió a su pueblo y a toda la humanidad» as. En comparación atrevida piensa Unamuno que «si la Biblia tuvo un valor inapreciable es por lo que en ella han puesto generaciones de hombres que con su lectura han apacentado sus espíritus ... Lo de menos es que los autores de los distintos libros de que la Biblia se compone quisieran decir lo que los teólogos, místicos y comentadores ven en ellos; lo importante es que, gracias a esa inmensa labor de las generaciones durante siglos enteros, es la Biblia fuente perenne de consuelos, de espe– ranzas y de inspiraciones del corazón. Y lo que se ha ihecho con las Sagradas Escrituras del Cristianismo, ¿por qué no se ha de hacer con el Quijote, que debería ser la Biblia nacional de la religión patriótica de España?» 2a. Después de este respetuoso, pero audaz, paralelismo no es de mara– villar que Unamuno se encare consigo mismo y con cuantos «en vez de llegar a la poesía del Quijote, a lo verdaderamente eterno y universal de él, solemos quedarnos en su literatura, en lo que tiene de temporal y de particular». Lo que tiene el Quijote de temporal y particular, ad– vierte Unamuno, es su lengua y su estilo. Mas por lo que toca a la lengua, sigue comentando, hay muohos libros castellanos que nos la pre– sentan más pura y más castiza; y por lo que al estilo hace, no deja de ofrecer el del Quijote cierta artificiosidad y afectación 2 7. Pero todo esto de lengua y estilo es cosa de Cervantes, cosa muy distinta de la inspi– ración genial del Quijote. De aquí que para Unamuno el problema pecu– liar de la relación entre Cervantes y el Quijote consiste «en separar a Cervante del Quijote y hacer que a la plaga de los cervantistas o cer– vantófilos sustituya la legión sagrada de los quijotistas. Nos falta quijo– tismo tanto cuanto nos sobra cervantismo» 2s. No es fácil poner en mayor relieve el contraste entre el lenguaje creador, que alienta en el inmenso poema del Quijote y el lenguaje recibido por Cervantes de su época y que quedó en el papel para ser históricamente estudiado por los cervantistas. Todo es lenguaje. Pero con una terminología, a lo Bergson, bien podemos afirmar que uno es el lenguaje «tout fait», el que está ahí fijo, como agua en carámbano, y otro es el lenguaje que surge de «l'élan vital», de ese impulso creador ascendente que alcanza en los genios la suprema maravilla del arte. Fue éste el que oreó al inmortal Don Quijote y Sancho. Y de él viven los incontables quijotismos, que aun siguen al caballero andante por el planeta. Esta reflexión puede recibir una ulterior claridad si analizamos, aunque sólo sea brevemente, lo que Unamuno pensaba del estilo. Hoy la estilísitica está muy en alto. Y España se halla muy en vanguardia en su cultivo. Compartimos esta alta estima. Mas se debe notar que Unamuno fue un precursor en su exquisito cuidado del estilo. 25 'Sobre la lectura e interpretación del Quijote', Obras Completas, I, p. 1229. 26 Op. cit., p. 1231. 27 Op. cit., p. 1232. 28 Op. cit., p. 1233.

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