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FILOSOFIA DEL LENGUAJE EN M. DE UNAMUNO 179 y aun lo ahoga, la conciencia refleja a la espontánea; simboliza a su casta, no como lope en su contenido todo, sino más bien en sus caracteres diferenciales; el yo reflejo colectivo sofoca mucho al pueblo espontáneo». Esta perspectiva de la lengua, desde lo popular y literario o culto, nos adentra en otro aspecto del lenguaje que se halla en el centro de Jas preocupaciones de Unamuno sobre el mismo. Aludimos con ello a la tendencia unamuniana a ver en el lenguaje lo que él llama con término alemán Allgeist. He aquí cómo expone este último aspecto de la his– toria del lenguaje: «El pToceso lingüístico refleja el del pensamiento; la gestación y crecimiento de los vocablos, los de las ideas que expresan, y hasta hay más, y es la parte principalísima que la lengua juega en la formación del pensamiento humano. la lingüística ha de ser uno de los instrumentos más eficaces, el más eficaz acaso, de la investigación psicología, allí donde cesa el concurso de la fisiología; en la lingüística ha de buscarse una de las primeras fuentes del estudio del Allgeist, del espíritu colectivo, del alma de los pueblos, y del desarrollo superior psíquico del hombre, del que debe a la sociedad» 20 . De aquí este consejo de M. de Unamuno que resume su pensamiento sobre el lenguaje como organismo histórico: «Escudriñad la lengua, porque la lengua lleva, a presión de atmósferas seculares, el sedimento de los siglos, el más rico aluvión del espíritu colectivo» 21 • Así pues; el espíritu de un pueblo está en su lengua. A esta definición conclusiva del lenguaje llega Unamuno en su lingüística, vista en su perspectiva histórica. 3. EL LENGUAJE COMO CREACION Habrá advertido el lector que, para Unamuno, cuanto más el len– guaje deja de ser ciencia natural y más domina en él la historia humana tanto más queda abierto a las fuerzas espirituales del espíritu. Es en– tonces cuando en su mente surge el aspecto más valioso del lenguaje: el aspecto creador. Para poner en relieve este tan importante matiz del lenguaje parece muy a propósito distinguir el doble plano en el que razona Unamuno en sus penetrantes análisis acerca del escritor, del orador y del critico. Por lo que hace al escritor distingue entre escritores exteriores o de fachada y escritores intimistas o líricos. Con un pesimismo exaspe– rado lamenta que en España «el triunfo es de los exteriores, de los que no tienen sino fachada; de los que dan, no de lo suyo, sino lo que reco– gieron en cualquier tra;pería, o de los que tienen en la cara ojos con que ver, pero no en el pecho corazón para ·sentir». Que en España «la lírica, la verdadera lírica, la íntima y cordial, muere antes de nacer, en este bochornoso ambiente en que se hiela al punto todo brote de las entrañas del espíritu. Y el español, o empieza, o, si no empieza, acaba siempre por escribir, no para revelar su corazón, sino para velarlo; no para des- 20 'La enseñanza del latín', Obras Completas, I, p. 879. 21 'La fe', Obras Completas, I, p. 963.
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