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172 ENRIQUE RIVERA DE VENTOSA filosofía medieval E. Gilson afirma que se halla históricamente condenada a ignorar cuál sea su objeto. La diferencia está en que los metafísicos discuten sobre lo que tienen delante de los ojos: ser. realidad. vida, etc... Mientras los místicos pretenden clarear esas relaciones íntimas y secretas, que no se ven ni pueden verse, entre Dios y las almas, si bien éstas las experimentan con santo gusto y delei– te. Otra vez recordamos el dicho que se lee en el lindo pórtico de la Subida: «Sólo el que por ello pasa. lo sabrá sentir, mas no decir». Así pues; lo que pretende San Juan de la Cruz con su pensar y su vivir no es estructurar una ciencia mística, sino hacer atisbar a las almas la inefable delicia de la unión con Dios. para que sean muchas las que logren, ya en la tierra, esta felicidad celeste. Tan excelso programa propone igualmente en el ingenuo prólogo al Cántico Espiritual cuyo comentario hace a petición de Ana de Jesús, priora de las Descalzas en San José de Granada. Se dirige a la misma para decirle que las canciones no las podrá declarar en lo justo. Y añade textualmente: ,<Ni mi intento será tal, sino sólo dar una luz general. .. ; y esto tengo por mejor, porque los dichos de amor es mejor declararlos en su anchura para que cada uno de ellos se aproveche según su modo y caudal de espíritu»19. De nuevo declara San Juan de la Cruz que es el provecho que de los dichos de amor puede reportarse lo que le urge a escribir. La ciencia místi– ca. la de las escuelas, no parece preocupar al santo. Hoy los doctos comentadores del doctor místico tienden a hacer cotejos comparativos entre él mismo y los pensadores actuales. El tema es tentador, apremiante y comprometido. Pero necesario. Pues bien; debo confesar que ya en mis años universitarios -y ya ha llovido-, al escuchar el docto cursillo sobre «Filosofía de la vida y de la existencia», advertí que el contraste pro– puesto por H. Bergson entre el concepto y la intuición parecía muy apto para clarificar aspectos importantes de la vida mística. Uno de ellos, la preten– sión inasequible del lenguaje místico. Este lenguaje se mueve ineludiblemente dentro de los esquemas del concepto abstracto. A éste Bergson lo declara radicalmente inepto para transparentar los estados de nuestra conciencia. Acumulados estos estados en lo que llama «la durée», ésta sólo es accesible a la intuición. Tienta a la mente reflexiva aplicar a la vida mística esta dualidad: concep– to-intuición. No ha llegado el momento de hacerlo. Pero subrayamos que tendremos muy presente esta dualidad en lo que resta de nuestra reflexión. La tendremos muy presente, sobre todo, en la conclusión final a la que hemos llegado en este estudio. 3. LOS TRES CIRCULOS DEL LENGUAJE No es frecuente hablar de los círculos del lenguaje. Sin embargo parece imprescindible tenerlos presentes para calar con cierta hondura en el lenguaje místico de San Juan de la Cruz. Por este motivo, sin podernos adentrar por lo 19 Cántico... Prólogo. Obras... p. 902.

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