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EN TORNO A. LA PRETENSION INASEQUIBLE DEL LENGUAJE MISTICO... 169 janzas, antes rebosan algo de lo que sienten, y de la abundancia del espíritu vierten secretos y misterios que con razones lo declarann 1 0. De nuevo constatamos lo que ya advertimos en el anterior apartado: la incapacidad que tiene el alma de poder aclarar lo que pasa por ella en las cumbres de su experiencia mística. Pero aquí añade una advertencia que señala el asidero a que se agarra el místico para tansparentarse al exterior en lo posible. Son las figuras, las comparaciones, las semejanzas. Hoy resumi– mos estos resortes literarios en una palabra: la metáfora. Anotémoslo con detención. pues la metáfora vendrá a ser un elemento muy valioso en nuestra reflexión futura. En Llama de amor viva aborda de entrada y de salida éste nuestro tema. Ya el título de la obra nos traslada a un clima de horno espiritual. Pero el santo inicia su exposición de este modo sencillo. Dirigiéndose a la noble y devota Dña. Ana de Peñalosa, escribe: «Alguna repugnancia he tenido.,. en declarar esta cuatro canciones... por ser de cosas tan interiores y espirituales, para las cuales comúnmente falta lenguaje; porque lo espiritual excede al sen– tido y con dificultad se dice algo de la sustancia del espíritu, si no es con entrañable espíritu. Y por lo poco que hay en mí, lo he dejado hasta ahora... » 11 . Dejando al margen este atestado de humildad, tomemos concien– cia de la dificultad de expresión que acusa el santo por tratarse de algo muy alejado del sentido en el que se halla inmerso el lenguaje. Se atreve, con todo, a escribir con esta condición: «como se lleve entendido que todo lo que se dijere es tanto menos de lo que allí hay, como io es lo pintado de lo vivo» 12 . A! final de la obra, después de exponer las cuatro canciones. más que con su pluma. con su ígneo corazón. cierra estas páginas con un comentario a la aspiración del Espíritu Santo en el alma. Lo hace en el último párrafo, estilísti– camente algo duro, pero que nos hace sentir aires de cumbre mística. «En la cual aspiración, escribe, llena de bien y gloria y delicado amor de Dios para el alma, yo no querría hablar, ni aun quiero, porque veo claro que no lo tengo de saber decir y parecería que ello es, si lo dijese; porque es una aspiración que hace al alma Dios. en que por aquel recuerdo del alto conocimiento de la Deidad la aspira el Espíritu Santo con la misma proporción que fue la inteli– gencia y noticia de Dios, en que la absorbe profundísimamente en el Espíritu Santo, enamorándola con primor y dulcedumbre divina... » 1 3. Nos parece que estos acotamientos han puesto ante nuestros ojos la reite– rada convicción de San Juan de la Cruz sobre la pretensión inasequible del lenguaje místico. 2. ¿POR QUE NO ALCANZA SU PRETENSION EL LENGUAJE MISTICO? Ante el atestado muy repetido por San Juan de la Cruz sobre la imposibili– dad de que el lenguaje místico dé claramente a entender lo que pretende se 10 Cántico... Próiogo. Obras... p. 901. 11 Llama... Prólogo. Obras... p. 1133. 12 O. y cit. 13 Llama... Canción cuarta. Obras... p.1246.
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