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166 ENRIQUE RIVERA DE VENTOSA su gran crítico literario, ha ido declinando a la tesis de lo vital e inconsciente en la génesis de los poemas místicos sanjuanistas. En su obra de plena madurez, Poesía española, escribe, al comentar algunos de estos poemas: «La literatura mundial no ha producido nada de una emoción más nostálgicamente perturba– dora, donde cada plabra parece haber recibido plenitud de gracia estética, con una transfusión tal que nuestra alma, virginalmente oreada, impelida abrasado– ramente, no ha sentido nunca más próximas las extremas delicias». Al creador de tal estética, concluye el crítico, «le tenía sin cuidado el arte por el arte y aun el arte a secas. Lo único que le importaba era el amor de Dios,, 3 . Acordamos con tan alta autoridad en que fueron las experiencias de su incandescente vida mística el brasero encendido de donde subieron las llamas vivas de sus poemas. Ello no obsta que utilizara -o se viese obligado a utilizar por ser lo que tenía a su disposición- de los elementos culturales de la época. Dámaso Alonso se detiene a ponderar la vuelta a lo divino que dio a los ver– sos prosaicos de Sebastián de Córdoba. El P. Crisógono hace notar que el mimoso vocablo «Carillo» que la esposa da al esposo en el Cántico Espiritual San Juan de la Cruz lo oyó cantar a una ronda que pasaba junto a los barrotes de su cárcel en Toledo: «Muérome de amores,/ Carillo ¿qué haré?... 4 . La crítica literaria constata estos datos. Pero debe añadir que son un ele– mento meramente material del que se vale la inspiración del santo para desbor– darse al exterior. Es esta inspiración la que es ajena a toda preocupación estéti– ca. Lo refrenda el mismo santo doctor cuando escribe: «Quédense, pues, lejos la retórica del mundo; quédense las parlerías y elocuencia seca de la humana sabiduría... y hablemos palabras al corazón bañadas en dulzor y amor»S. Sobran comentarios a palabras tan claras. Expuesto este inciso sobre la inexistente preocupación literaria de San Juan de la Cruz, problema previo que nos ha salido al paso, insistimos ahora en que nuestro propósito actual versa sobre el lenguaje místico. Es decir, sobre el len– guaje que el doctor utiliza en los momentos en que trata de describir lo que él mismo llama experiencia mística, contemplación amorosa, etc ... En largas páginas intenta clarear tan altas cumbres, envueltas en nubes. Consciente de éste su largo esfuerzo, se ve forzado a apostillar que es pretensión inasequible el intento de describir estos estados místicos en lenguaje humano. Pues bien; declaramos paladinamente que esta pretensión inasequible es el objeto prima– rio de esta reflexión. Una lectura detenida de la obra del Santo nos hace ver que la pretensión mentada es muy compleja. Y esto, tanto por parte del alma que experimenta las gracias místicas como por parte del contenido de lo que el alma experimen– ta. Ello motiva que nuestro estudio haya declarado en el título que es ésta una reflexión «en torno». Cláusula tan modesta es obligada. Son tales y tantos los 3 Dámaso Alonso. Poesía Española. Ensayo de métodos y límites estilísticos. 4ª ed.. Edit. Gredas. Madrid 1962. pp. 267-68. -En su estudio anterior, La poesía de San Juan de la Cruz. Edit. Agui!ar. Madrid 1946. daba más importancia a la reflexión literaria del santo. 4 P. Crisógono. o.cit.. ll.. p. 30: Dámaso Alonso. La poesía... o. cit.. p.130. 5 Vida y Obras de San Juan de la Cruz. Dichos de luz y de amor. 3ª ed. B.A.C.. Madrid 1955. p. 1264.

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