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EN LOS CENTENARIOS DE SAN JUAN DE LA CRUZ Y FRAY LU!S DE LEON 183 oír el vocablo Ilr¡yrí ::-fuente-. Ya en las Enneadas de Plotino leemos: «Todo proviene del Uno oiov EK rcr¡)'lÍ/; -como de fuente- 38 . En el Corpus Diony– siacum, donde el neoplatonismo recibe su más intenso baño cristiano y al que cita San Juan de la Cruz como máxima autoridad mística bajo el nombre de San Dionisia Areopagita, leemos esta gran fórmula teológica, cuyo comentario va a ser el poema sanjuanista: Móvr¡MÉ rcríyií •TÍ<; Úrcepoucriou 0eÓ1T]W<; o TTaníp- Pues la única fuente de la sobresustancial deidad, el Padre-3 9 . El doctor medieval San Buenaventura bebió en este venero metafísico y halló para el misterio teológico esta espléndida sentencia: «Innascibilitas in Patre ponit fontalem plenitudinem; principium non de principio» 40 . Se da, pues, según esta metafísica teológica una fuente originaria de la que todo fluye en un generoso desbordarse de la misma. San Juan de la Cruz va a hacer de ella viven– cias místicas en el incomparable poema que ahora vamos levemente a comentar. Da el poeta místico su primera nota lírica al testificar la experiencia honda que siente del misterio: Qué bien se yo la fonte que mana y corre. Esta expe– riencia la vive «aunque es de noche». Noche en su cárcel de Toledo. Y noche del alma porque Dios se le ha hecho ausente. En la segunda estrofa ya nos enfrenta directamente con el misterio, para declararlo oculto, si bien el alma es sabedora de él: «Aquella eterna fonte está escondida, / Qué bien sé yo do tiene su manida". Eleva en la tercera estrofa un primer elogio al origen frontal de todo, sin tener la fuente origen alguno, según la fórmula teológica de San Buenaventura. Vertida esta fórmula en verso, suena así: «Su origen no lo sé pues no lo tiene, mas sé que todo origen de ella viene». En la cuarta estrofa evoca la metafísica de la belleza del llamado por él San Dionisia Areopagita y con él proclama que no hay cosa tan bella, y que cuanto de bello hay, bebe de esta belleza etema 41 . En la quinta estrofa da a esta fonte un sentido de infini– tud que hace imposible hallar nave con que poder vadearla. Es éste un bello y original simbolismo del santo. En la estrofa siguiente, la sexta, empalma de nuevo con San Dionisia Areopagita y con él ve la fonte transformada en pura claridad de la que irradia toda luz 42 . En la estrofa séptima repite un peculiar vocablo de Plotino: po1i_¿Lo conoció? El filósofo pagano ve a todos los seres procediendo del Uno: oiov po~ EK µüi<; rcr¡)'TÍ<; Como corriente de una sola fuente venida 43 . Nuestro poeta lo vierte así en cristiano: «Sé ser tan caudalo– sos sus corrientes, / que infiernos, cielos riegan, y las gentes». Siguen ahora 38 Ennéadas. lll,8.10.5 (Edit. "Les Belles Lettres". Paris 1954. p. 166. 39 Dionysiaca. De divinis nominibus. c.11. vol.!. p. 84 (Ed. de Solesmes. Desclée de Brouwer éditeurs. -Nos da esta edición paralelamente dos textos griegos. modrnayrad. francesa y nueve traducciones históricas al iatin.- Fácil acceso a PG III. 40 Obras de San Buenaventura. T.!: Brevi/oquio. B.A.C.. Madrid 1945. P.l. c.lll. n.7. p. 212.- A nuestra vera ha comentado este hondo tema el teólogo Alejandro de Villalmonte. El Padre plenitud fontanal de la deidad, en: S. Bonaventura 1274-1974. Grottaferrata (Roma) IV. 221-242. 41 Dionysiaca, De divinis nominibus. e.IV (ed. cit.. p. 182). En este pasaje se llama a la Belleza eterna: 7!a\'Toc; KOl/cAOÜ TT]V m¡yaiav 1mnovrív , , 42 L cit., p. 176. A Dios. rayo fontal co;:nc; 7TT\yaía se le califica así: w1; apxícponoc; Kat u1trpcpcow;:; 43 Ennéadas, VI. 7.12.24 (Edit. «Les Belles Lettresn, Paris. 1954. p. 83).

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