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26 LOS :\IINISTROS DE L\ ORDEN FRANCISCANA trata las cosas que Dios ha creado por medio del Verbo y que ha reconciliado en su Hijo hecho hombre (cf. Ef 1, 10; Col 1, 20). sintonía cósmica pleja armonía que desequilibrio biológico - En los últimos decenios, de hecho, el hombre ha demostrado poco respeto a la naturaleza, que es obra admirable de la bondad y de la sabiduría divina. Se ha creído con derecho a obrar a su antojo, sin tener en cuenta la com- rige la creación. - Comprometido el sentido de la relación en– tre el hombre y la naturaleza, cercenada en el equilibrio de su constitución, el hombre de hoy es espectador atemorizado de unas consecuen– cias imprevistas y cada vez más amenazadoras. La destrucción indiscriminada en el reino de la flora v de la fauna, la disponibilidad siempre decreciente de manantiale; de agua, la contaminación atmosférica y ya casi generalizada, el consiguiente extenderse de males incurables, etc., son solamente algunos de los fenómenos que hacen alarmante la condición del hombre contempo– ráneo inserto en un desquiciado equilibrio biológico. - En el mundo de hoy resulta más vistosamente perturbado tam– bién el respeto al hermano cuerpo, cuya profanación se manifiesta de múltiples formas. - Hasta los valores fundamentales de la vida humana aparecen deformados o al menos alterados en la estimación de las conciencias. Francisco, poeta de la creación A estos problemas agobiantes, que se presentan todavía más dramáticos si son vistos en pers– pectiva de futuro, es posible ofrecer una res– puesta satisfactoria. La actitud de Francisco, cantor místico e inspirado de la naturaleza, puede iluminar al hombre de hoy y educarlo en una más sabia rela– ción con la creación. El Santo de Asís, en el «Cántico de las criaturas», celebró todas las obras de la creación: el sol, la luna y los astros del cielo, el viento, la tempestad y el sereno, al agua, la lluvia, el fuego, la tierra con sus flores, plantas y frutos. Exaltó los más bellos senti– mientos que brotan en el corazón del hombre, como la adhesión a la paz, la fuerza para aceptar los sufrimientos, la capacidad de saber perdonar, la serenidad ante el evento ineludible de la muerte. Todos los elementos de la creación, que son obra del mismo Padre celestial
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