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CARTA MENSAJE: «rIE CONCLUIDO '.!I TAREA... 15 las experiencias positivas de los otros. En un clima espiritual abierto y dinámico, los antiguos franciscanos dieron vida a algunas técnicas pastorales que luego se manifestaron muy valiosas, como por ejemplo el teatro religioso popular en el siglo XIII y el Via Crucis a conti– nuación. Mas, para proponer de nuevo eficazmente al Cristo del Evangelio en su realidad teándrica, se necesita más. Francisco de Asís nos en– seña cómo encontrar a Jesús hermano, cómo imitarlo, cómo trans– mitir a los demás la fe en él. Es necesario que Cristo sea operativo en nuestra vida y en nuestro testimonio, y no sólo en nuestra cultura y en la acción pastoral. Además, para encarnar mejor el misterio pascual de Cristo, a ejemplo del Seráfico Padre nosotros los franciscanos ratificamos la plena disponibilidad hacia la Iglesia, la obediencia al papa, la reve– rencia a los obispos, la estima profunda hacia los sacerdotes (cf. 1 R Pról. 3; 2 R 1, 2; Test 6-10; Adm 26). De este modo, el hombre de nuestra época será conducido a re– conocer que sólo en Cristo hay salvación, porque él es «el Hijo de Dios vivo» (Mt 16, 16) y solamente él tiene «palabras de vida» (Jn 6, 68). Este punto focal de la historia humana y cósmica debe polarizar el entendimiento y la voluntad del hombre contemporáneo (cf. Red– Hom 7-13). la investigación teológica como servicio a la comunidad c) En el campo teológico han surgido aquí y allá desorientaciones debidas en parte a las dificultades reales de la andadura de la puesta al día y en parte a posiciones demasiado perso- nales. No obstante, una mirada global y cristianamente optimista des– cubre numerosos aspectos positivos, surgidos como por milagro de la obra del Concilio Ecuménico Vaticano II y sobre todo de la acción del Espíritu Santo: intensidad de los estudios, nuevas perspectivas teóricas y pastorales, rejuvenecimiento litúrgico, resonancia universal del catolicismo, toma de conciencia e implicación más vasta de los laicos, emancipación de oropeles y estructuras que podían sofocar el espíritu, etc. Los franciscanos no pueden limitarse a rechazar cuanto no es con– forme a la «mente de la Iglesia católica» (mens ecclesiae catholicae), sino que deben saber compartir las tribulaciones de la verdad de forma constructiva, empeñándose en la compleja problemática teo– lógica con todas sus implicaciones en el momento actual. Según el

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