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CART.\ \!ENSAJE: «llE CONCLCIDO \lI TAREA .. 13 mente la luz del Señor puede guiarnos en esta delicada tarea (cf. 2 Cel 214). En el Evangelio, Jesús invita a estar muy atentos a los signos mesiánicos: «Al caer la tarde decís: "Está el cielo colorado, va a hacer buen tiempo"; por la mañana decís: "Está el cielo de un color triste, hoy va a haber tormenta". El aspecto del cielo sabéis discernirlo, pero no sabéis discernir los signos de los tiempos» (Mt 16, 2-3). Haciéndose eco de estas palabras del Divino Maestro, la Iglesia del Vaticano II advierte: «Es propio de todo el pueblo de Dios, pero principalmente de los pastores y de los teólogos, auscultar, discernir e interpretar, con la ayuda del Espíritu Santo, las múltiples voces de nuestro tiempo y valorarlas a la luz de la palabra divina, a fin de que la verdad revelada pueda ser mejor percibida, mejor entendida y expresada en forma más adecuada» (GaudSpes 44). Nuestro empeño está orientado sobre todo a descifrar el actual contexto histórico-ideológico para identificar sus signos mesiánicos y sus llamadas. El Señor nos enseñará luego cuál deberá ser nuestra participación, o sea, qué tipo de servicio debemos ofrecer al mundo contemporáneo. Pero, si queremos estar informados por la luz divina y por una fuerza operativa veraz, debemos confiarnos humildemente a Dios, como acostumbraba hacer Francisco de Asís, quien -sobre todo en los momentos más críticos- consultaba el Evangelio y recu– rría a la oración. Siguiendo el ejemplo del Seráfico Padre, nuestra acción evangeli- zadora se orienta en tres direcciones principales: 1) lo que podemos y debemos hacer por el Señor y por su Iglesia; 2) lo que podemos y debemos hacer por el hombre; 3) lo que podemos y debemos hacer por el mundo creado. l. POR EL SEÑOR Y POR LA IGLESIA signos de los tiempos en clave religiosa: Un diagnóstico de nuestra época, aunque no sea profundo, revela algunos componentes pro– blemáticos que parecen caracterizarla y que, mientras denuncian sus aspectos negativos, hacen entrever la esperanza de nuevas auroras para el espíritu humano en sus relaciones con Dios. a) El fenómeno de la secularización, que empapa la civilización actual, con su ambivalencia puede conducir a formas de ateísmo (cf. Ecclesiae Imago, del 22-II-1973, núm. 160), por cuanto atenúa el

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