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10 espíritu de familia LOS \HNTSTROS Df: LA ORDr:N FR\NCISCA:\'.A A sus hermanos, que debían vivir en comunión de espíritu y de bienes temporales, Francisco les proponía como modelo y tipo de una tal vida, no la imagen tradicional del estilo ceno– bítico de los monjes, sino el ambiente de la familia natural. Los hermanos debían tejer sus relaciones recíprocas como entre madres e hijos, y crear un clima de familia entre tantos hermanos espirituales convocados por el Espíritu y que libremente se han dado los unos a los otros. Su éxodo dramático de la propia familia, que no compartió sus nuevos ideales que le fueron inspirados de lo alto, no consiguió hacerle despreciar y perder el valor funda– mental del ambiente familiar, cuyo papel es indispensable para una equilibrada maduración humana. « ¡Hay del solo!», exclama el autor del Sacrum Commercium (núm. 11), porque nadie puede ayudarlo. En varios pasajes de sus escritos, Francisco puntualiza su concepción de la vida comunitaria, entendida como fraternidad y planteada sobre la tipología de la familia natural, pero animada principalmente por motivaciones sobrenaturales (cf. 2 R 6, 8; REr 8s). Precisamente de la fusión de los valores humanos y espirituales, es decir, del hecho de que las exigencias socio-afectivas y el compo– nente ascético-apostólico se compenetran y se integran en plenitud, es de donde brota el dinamismo extraordinario de la vida franciscana. 3. Lo QUE FRANCISCO HIZO POR EL MUNDO MATERIAL «Loado seas, mi Seiior, por nuestra hermana la madre Tierra ... Loado seas, 111.i Sefíor, con tocias tus criaturas ... » (Cánt 9 y 3). amar a nuestra hermana la madre tierra La relación espíritu-cuerpo, vivida de un modo nuevo y original, llevó a Francisco a instaurar un diálogo fraterno con todas las criaturas, animadas e inanimadas, que pueblan el uni- verso físico. El Cántico de las criaturas, suma en clave poética y juglaresca de la fe franciscana, es su testimonio más bello y elocuente. visión cristiana y poética de la creación La lectura del cosmos, hecha sin contaminacio– nes dualistas y absolutament_e exenta de supers– ticiones de sabor panteísta, llevó a Francisco, «nuevo Adán», a gozar del éxtasis ante el espec– táculo de la naturaleza y a desarrollar, en sen-

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