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De ángel a ángel, de arcángel a arcángel, se corrió el rumor... No hubo corredor, ni rincón celeste que la alada hueste, sutil y preclara, por mirar dejara. Volar se veía por la láctea vía a los querubines, a los serafines. Ni en la nebulosa, ni en la grande Osa, ni en aquel lucero al fin del sendero ya del universo -fin de todo y verso-. Ni el Sol ni en la Luna, ni en parte ninguna ... ("Se ha perdido El". Lo grita Miguel). Por fin, alguien dijo: ¿Podrá estar el Hijo en aquel planeta, lucero o cometa que apenas se ve.. ? ¡Misterio! ¡Así fue! Mandó San Miguel enfocar a él un rayo especial de luz celestial 121
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