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8 BERNARDINO DE ARMELLADA 10. La belleza de la fe 10 Belleza de la fe: son doce perlas fúlgidas, confortantes y festivas: el Dios primero, trino y uno, en vivas reglas eternas, quiere en tiempo hacerlas. Forma las almas para embellecerlas. Se encarna y muere: fuerzas curativas, viandas vitales de amor productivas. Juez de las almas, pronto a complacerlas. Es verdad clara en sí y en la criatura. Primero y sumo: desde lo visible se ve en origen la contrafigura de lo creado, parcial y sensible. Lo relativo, mudable y posible lo pinta inmoble, de actualidad pura. 11. Esplendor la Trinidad de Dios 11 No son despliegue que haga a Dios más bello las propiedades que con sutileza descubre el hombre en la naturaleza. Más bien es todo de su luz destello. 10 Vuelve el simbolismo de los doce signos o constelaciones, asociado al resplandor de las para expresar la belleza de la fe en doce consideraciones: Dios primer ser, Trino y Uno, eterno ejemplar de todo, creador del mundo, formador del alma, dador de la gracia - Dios hecho carne, crucificado, medicina de las mentes, alimento cas,t1gadc)r de las maldades, premio eterno. Se expone al detalle la fuerza de la razón para la primera verdad, que es también de fe en algún aspecto. 11 La creación, en su fuerza expansiva, se ofrece al Seráfico Doctor como un espejo del Dios trino. Son las así llamadas "razones necesarias" de la perfección, pro– ducción, difusión de bien y dilección difusiva, que encuentran su verificación máxima y eterna en la vida trinitaria. A esto se añaden doce maneras de generación que se dan en la creaturas.

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