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lante, y fervorosa actividad de los que viven en medio del pueblo y conocen sus necesidades, sus penas, sus angustias, espirituales y materiales, es la que puede remover las conciencias y establecer en la tierra el reinado de Jesucristo. Por ello exhortamos a todos los sacerdotes, lo mismo a los del ciero diocesano que a los miembros de las 0rdenes y Congregaciones religiosas, a que, estret::hados los víncufos de la caridad fraterna y unidas sus fuerzas y voluntades, tiendan a la meta común, que es el bien de la Iglesia, la santificación propia y de los fieles » 1 • Está claro que para los adultos es un deber personal adquirir los conocimientos religiosos que son necesarios para conseguir el fin sobrenatural al cual fué destinado el hombre. Sin los medios no se consigue el fin. Nada se desea ni se procura, si no se conoce de alguna n1anera. Tratándose ele los niños están obligados, por deber y derecho natural, los padres por sí mismos o por medio de otros. Es necesario educar la prole en el orden físico, intelectual, moral y religioso. Lo mismo proporcionalmente se ha de decir ele los padrinos, tutores, maestros, etc. encargados de la formación ele la juventud. Trabajar para formar al hombre completo y al cristiano santo. nadie se le oculta la importancia que tiene la instrucción religiosa en la vida cristiana. Por esto los Sumos Pontífices han insis– tido siempre en esta obligación especialmente en el clero que tiene cura de almas. Dice el Código ele Derecho Canónico: « Es deber proprio y gransnno, especialmente de los pastores de almas, el pro– curar la instrucción catequística del pueblo cristiano » ~ · º. Pío XI en el Motu Proprio Orbem Catholicum, del 29 de junio del 1923, mandó instituir en la S.C. del Concilio un 0ficio peculiar encar– gado de dirigir y fomentar toda la labor catequística en fa Iglesia y de urgir la observancia de las leyes sobre la enseñanza del cate– cismo·. A los Ordinarios compete determinar el tiempo que se debe consagrar a esto y el modo como se debe hacer'. Muchos de los males que se lamentan en la época presente pro– ceden de la ignorancia religiosa, ele la falta de instrucción catequétíca 1 1\Jenti Nostrae, AAS, XLII, 1%0, 658. "ª 6 Can. 1329. , AAS, XV, ~27-329. 8 Cf. CoRONATA, Inst. J. C., lib. III, pars IV, Tít. XX, cap. I, n. 915, p. 252, Taurini, 1921. 5
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