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12 DOS RELACIONES INÉDITAS SOBRE LA :\USIÓN CAPUCHINA DEL CONGO (113) tiene del duque una carta de recomendación, fechada el 16 de noviembre de 1648. Entre los niños y jóvenes que frecuentaban la escuela esco– gía los intérpretes que le acompañaban en sus correrías; fre– ('Uentemente iba casa por casa quemando ídolos u objetos su– persticiosos, a los que los naturales del Congo eran muy in– dinados (p. 78-81). Después de año y medio de intenso trabajo en aquel ducado, pasó al de Sundi, donde residían los misio– neros italianos Jerónimo de Montesarchio y Antonio M. de Mon– teprandone y con ellos estuvo dos meses (p. 84 y 100). Al morir el 17 de agosto de 1650 el P. Gabriel de Valencia, que estaba a la sazón con el P. José de Pernambuco en Banza de Encusu, fué destinado para sustituirle, llegando a esta nueva residencia la víspera de S. Francisco, 3 de octubre (p. 102) . Hasta entonces el P. Antonio, atemorizado sin duda por lo difícil que le resultaba el aprendizaje de la lengua del Con– go, se había servido exclusivamente de intérpretes en el ejer– cicio de su apostolado; pero viendo ahora cómo el P. José de Pernambuco ((entendía algo de la lengua conguesa y hacía sus pláticas por escrito)), se animó a hacer él lo mismo. No le quedó otro remedio, cuando luego se encontró solo por haberse ausen– tado el P. José. ((Como me ví solo, dice, y sin intérprete, por no dejar el pueblo sin doctrina y pláticas, me dí a componer algunas con unas reglas generales, valiéndome de un vocabu– lario que se había compuesto ( 26); y desde entonces tomé a pechos el aprender la legua, comunicando con intérpretes los ratos que me dejaban libre los ejercicios de la misión. Y fué Dios servido que me hiciese algo capaz de ella y me hallase con muchÓs papeles que con los dichos intérpretes componía, de catecismos y otras cosas necesarias a los misioneros, descubrien– do cada días más reglas con el uso y comunicación, y del tiempo que estuve en Congo, que fué por espacio de diez años, proseguí: de día y de noche trabajando en esto por librarme de los intér– pretes, que son de mucho estorbo para la conversión de las almas)) ( p. 103). En dicha provincia de Encusu estuvo un año;. el fruto era muy escaso, las conversiones muy pocas; por este motivo, aprovechando la ocasión de haber estallado allí la guerra civil, pasó a Pemba juntamente con su 'ompañero el P. José de Pernambuco, en donde encontraron al P. Francisco de Veas y al hermano Fr. Jerónimo de La Puebla. Y sin dar punto de reposo en sus trabajos, ((púsose escuela para los mozos y niños, en que se les enseñaba a leer y escribir y la doctrina y catecismo y buenas costumbres)); se organizó el culto admirablemente, estableciendo congregaciones de hombres y de mujeres, como se había hecho en San Salvador y en otras estaciones misionales (26) Cf. BUENAVENTURA DE CAnllOCERA, O.F.M.CAP., Los Capuchinos Espa– ñoles en el Congo y el primer Diccionario congolés, en ;rlíssionalia Hispanica, 1945, t. IL p. 206-230.

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