BCCCAP00000000000000000000398
nica nay que imponerla y desarrollarla antes y de la misión y, sobre todo, en la misión misma. Como principios generales para la organización de una misión señaló los siguientes: 1. 0 Todo lo divino y humano al servicio de la misión (oración, sa– crificio, carta del señor Obispo, cofradías, confesonario l. 2. 0 Medios técnicos: todos los posibles, lo mismo de tipo general que particular. Insistió en la batalla contra los pesimistas. 3.° Comisión radiodifusora, que se encargará del pregón (encomendarlo a una persona de relieve), propaganda por la emisora, instalación y funcionamiento de altavoces. 4. 0 Misión para todos, cosa bas– tante difícil en una ciudad. Esto requiere, como primera necesidad, una esta– dística, objetiva y serena, de la ciudad. Los centros misionales deben ser los necesarios y suficientes para que en los actos generales quepan todas las personas mayores de catorce años. En general, no se misionan los suburbios por falta de centros. Si hay salones de diversión portátiles, lpor qué no centros de misión portátiles? El director de la misión debe asignar a cada centro calles determinadas. En cuanto a la duración de lÓs actos, ninguno debe pasar de la hora por la mañana, sobre todo en las concentraciones. Los de los niños, no más de tres cuartos de hora. El acto general de la tarde tampoco debe sobrepasar los cinco cuartos de hora. La organización central la compondrán el señor Obispo, el director misio– nal, el delegado del Obispo y las distintas comisiones: de propaganda, sacra– mentos, radio, militantes, auxiliares, enseñanza, hospedajes, etc. Cada zona tendrá también su junta organizadora, compuesta por los presidentes de cada zona, el delegado episcopal y el párroco. Auxiliares de la misión deben ser todos: Obispo, párrocos, delegados, eclesiásticos, seminaristas, monjas, reli– giosos, autoridades, personas piadosas, niños, cofradías, hermandades... Inminente ya el comienzo de la misión, se debe preparar con esmero la entrada general de los misioneros y la particular en cada zona o centro. La entrada general debe ser solemne: es la ocasión de captarse al pueblo. La entrada particular puede ser aún más interesante y eficaz, y hay que prepa– rarla por medio de auxiliares, comunidades religiosas, niños, triduo encarís– tico preparatorio, propaganda por los altavoces, unos cinco días antes. No . conviene usar muchos carteles murales: podrá bastar con un único tipo, a todo color, de la Virgen por ejemplo. Será de mucha eficacia una diapositiva de un minuto para el cine, y la carta mecanografiada del párroco a sus feligre– ses, entregada !:n prcwia mano a los fieles. El mismo día de la entrada con– viene captarse a la juventud con un breve rato de charla personal. En cuanto al horario de la misión, el ponente no es partidario de seña– larlo sobre el papel. Las conferencias deben darse a las diversas categorías, y conforme vayan confesando deben ir comulgando. Convendría unificar el criterio de los sacer– dotes en cuanto a penitencias. Finalmente, la duración de la misión deberá ser de unos quince días. El tiempo más apto es antes de la cuaresma, para que en la cuaresma el párroco trabaje y asegure mejor el fruto de la misión. 58
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz