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de que esos campos, métodos y formas de apostolado están ahí, a nuestra vista y alcance, con ademán de solicitar nuestra atención y actividad. El po– nente los divide en movimientos y métodos; de los primeros enumera nueve, y siete de los segundos. Su designación manifiesta claramente su contenido. Estos. movimientos· y métodos nos son requeridos personalmente. Entonces surge el caso personal: si gusta o no gusta; si se está capacitado o no; si se encuentran ciertas <lificultades con otros criterios, con otras actividades, de suerte que la vida éspiritual del sacerdote capuchino resulta alcanzada. En muchos casos, la aceptación de campos y métodos quizá sirviera para dar cauces a fuerzas reprimidas y dispersas de la provincia, donde hay exceso de energía represad a por un lado, y por ófro, actividades polares, extremas, que evidentemente necesitan trabajo coordfo~do y en equipo. A la vez qué la consideración de estos campos y métodos, resultaría una cierta novedad la renovación apostólica del· espíritu franciscano, no sólo en su valor teológico, regular y definitorio de nuéstra vida religiosa, sino tam– b1én en su valor como estilo visible franciscano de vivir el Evangelio, incluso con readopclón de particularismos al parecer ncí demasiado significativos, como, por·ejemplo, la devoción a la Divina Pastora. . De lo ahteriormente expuesto y de las comunicaciones entresaca la enu– meración de algunas formas de· apostolado de posible, pero a la vez contro– vertible, aplicación a nuestro apostolado: 1l El servició ínínisterial ofrecido .y gratuito. 2) La erección de nuestras iglesias conve_ntuaies en parroquias, cuestión que rebasa nuestra competencia. 3) 'El apostolado y capellanías en barcos· pesqueros y mercantes. 4) La formación de un equipo franciscano de misiüneros o predicadores para América. 5) Alguna emisora volante para los misioneros de misiones populares. 6) Los co_leglos de segunda enseñanza, cues– tión ya planteada. Algunos religiosos insisten; pero la decisión última, como la de las parroquias, rebasa la competencia del Consejo de Apostolado. . Eñ. cambio, la adopción de las prácticas que. a continuación menciona, la considera el ponente absolutamente viable· y, desde luego, discrecional: l.ª Hágase 'algún intento de aplicación de métodos y temarios de las "Ejercltaéiones por un Mundo Mejor" y de los "Cursillos de Cristiandad", bien en tiempo clé nuestros ejercicios, bien én 'tiempo distinto, para nosotros mismos. . ' - 2.ª Es oportuno montar en nuestras 'casas, o fuera de ellas, Ejercitaciones y Cursillos para seglares por Padres que fo ct,eseen y estén preparados. 3.ª Estudio y atención al movimiento de espiritualidad seglar y su apli– cación inmediata a terciarios y cóngregantés de nuestras asociaciones. . . 4.ª Estúdio y aplicación del :müvimíenfo familiar cristiano matrimonial a los matrimonios de nuestros asociados. 5.ª Púesta en práctica, según nuestras p_osibilidades, de los métodos de sondeo sociál religioso y de estadística de vlda religiosa en los 'medios a nues– tro cargo. 6.ª Especialización en la atencfon ·a grupos profesionáfés; 1 cuando seamos requeridos. 7.ª Colaboración parroquial eh ·1a med1da que nos sea solicitada, y tam– . bién 6frecida por nosotros. 55

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