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viven anquilosadas en un rutínarismo atroz.. Hay que meter en la entraña de rada asociado el concepto comunitario de la Iglesia. Con este sentido de comunidad sur– girá el apostolado. Hay que conjugar la piedad con el apostolado. En cuanto a vincu– laciones, estima el comunicante que e.ida asociación suele tener ya sus vinculaciones jurídicas. Por último, la continuidad progresiva, independientemente del cambio eventual de directores, se logrará procurando formar dirigentes que en cualquier mo– mento puedan ponerse al frente de la asociación. P. EsTANISLAo DE VILLALDAVÍN.-Existe crisis. y muy acentuada, en nuestras asocia,– ciones. Esta crisis se debe primeramente a la falta de directores bien prrparados y dispuestos a trabapar con verdadero interés y asiduidad. La experiencia enseña que se puede hacer mucho bien a las almas con el apostolado de nuestras asociaciones. Hay contacto íntimo, más continuado, más personal. y, por tanto, se puede conse– guir una acción más completa y eficaz en la formación espiritual, cristiana y fran– ciscana de los asociados. Las adaptaciones que deben introducirse mirarán, sobre todo, a lograr una mayor convivencia y contacto, a crear alguna proyección externa de vida y de apostolado y una organización más actual y actuante. Nuestras asocia– ciones deben vivir un anhelo más vital de espiritualidad cristiana, social y humana; bay que ..responsabilizarlas.., inyectándolas el convencimiento de que no son un cam-. po cerrado y único, sino una pieza del engranaje gigante de la vida de la Iglesia. una célt1la o molécula de un organismo total y vivo. Naturalmente, esta plena vivencia de incorporación a la Iglesia necesita vinculaciones con todas las demás asociaciones símiiares a las nuestras, de cualquier organismo eclesiástico de que dependan. Se ha de trabajar para formar un frente único de acción; estamos en la época de la uni– dad. Finalmente, para dar estabilidad y eficiencia a nuestras asociaciones, espe– cialmente en las circunstancias cruciales del cambio de director, se requiere un poco más de formación y de responsabilidad en los elementos directivos de las Jun– tas; es preciso crear la convinción de que son ellos quienes han de trabajar, orien– tar y actuar eficiéntemente. Para; esto, es también necesario concederles más auto– nomía y estimular su iniciativa para juzgar, determinar y resolver en el seno de las asociaciones. Coloquio P. Mauricio de Begoña: Me ha impresionado la ~stadística: tenemos muy pocos aso– cfados. Propongo coloquios entre los diversos Secretariados., Los Consejos deben tener sus reuniones. Existe una energía comprimida que se debería organizar de forma piramidal. P. Cándidó de Viñayo: La causa de la decadencia de asociaciones se debe al excesivo número de las mismas. Los que son de una tlb''"J'"-'ªº11 pertenecen también a otras. Con lo cual la estadística resulta aún más alarrnente. P. Javier: Muchas ásociaciones, y no se dispone del número suficiente de Padres para atenderlas. Hay Congregaciones que no tienen razón de ser; por ejemplo: la del Nifio Jesús de Praga, lá del Cristo de los Agonizantes de Salamanca. lConvendría suprimir algunas? P. IVIauricio: No se debe matar ni a Uff agonizante... P. Rafael de Barcelona: i'Se pueden conciliar las dos opiniones. Cada asociación, una misión particular. XII se asignan a las asociaciones estatutos propios. 2) Un mayor Asumir una obra social, o de yo recomendaría actos en P. Cornelio de Lezaun: En un documento de Pío tres fines: ll Cada miembro debe santificarse, con conocimiento de la vida de Jesús y de la Iglesia. apostolado. Para simplificar las cosas y evitarnos común para todas las asociaciones: retiro mensual, etc. P. Sixto de Pesquera: 'No hay motivo para alarmarse. La estadística señalada por el P. Mauricio de 150 almas por sacerdote capuchino en la Provincia es irreal. Nos– otros asistimos a muchísimas personas que no pertenecen a asociaciones. El director debe tener iniciativas propias, y dar a las asociaciones características propias de la Orden. En un plano provincial se d,ebería hacer que todas las asociaciones se interesen por las vocaciones de nuestro seminario y misiones, y en el plano conventual coordinar las actividades de unas asociaciones con otras. P. Constancia: L,a iniciativa del director de la congregación está subordinada a los fines de la asociación o grupo moral. , P. Amador de Villdmondrín: Nuestras asociacionési ¿rio pudrían colaborar a la reno- vación de la liturgia en nuestras iglesias? · P. Constancia: No es ese su fin principal. 43

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