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pmtualmente adultos. Exigen este apostolado: aJ la crisis religiosa acen– tuada en los últimos tiempos, en los que Dios está ::.usente de la vida so~ cial; b) la misma estructura de la Iglesia, considerada como organismo vivo, dinámico, formada por todos los bautizados; c) la necesidad de combatir la ideología moderna antirreligiosa, sobre todo del comunismo materialista con su formidable organización. En medio de la masa de hombres que se enca– mina al materialismo práctico, .se da una minoría en la que se está operan– do una verdadera renovación religiosa. Esta minoría, verdadero fermento religioso, será quien renueve la vida religiosa de la sociedad y viva con la preocupación de hacer a la Iglesia más vital e influyente. Estos cristianos activos, verdaderos militantes y activistas de la Iglesia, deberán tener un gran sentido comunitario, litúrgico y bíblico; vivir con– vencidos de que pertenecen a la Iglesia, cuerpo vivo que crece, pueblo de Dios que camina y avanza; concebir su vida como una misión para transformar el mundo cristianamente. Para formar este tipo de cristiano militante existen en la hora actual me– dios aptos y bien definidos, cuya espiritualidad debe conocer y vivir el sacer– dote de hoy: 1) los Ejercicios Espirituales en retiro, donde se insiste en el ca– rácter de intimidad y asimilación personal de las verdades; 2) las "Ejercitacio– nes por un Mundo Mejor", que tienden a la reforma de las estructuras sociales con sus tres tiempos de sentido cristiano de la historia, reforma personal por la caridad y reforma de las estructuras sociales, transformándolas en porta– doras de sentido cristiano; 3) los "Cursillos de Cristiandad" con su temáti– ca característica de vida en gracia, personalidad humana de Jesús, sentido de la Iglesia como Cuerpo Místico y apostolado en el propio ambiente; 4) las reuniones de "Equipo·· con el método de revisión de vida. Esta tarea de formar militantes en la Iglesia necesita sacerdotes debida– mente capacitados. El ponente señala como bases para conseguirlo: un tra– bajo personal y serio; la realización de estudios especiales, asistencia a cur– sillos, congresos, cursos de capacitación; conocimiento de la técnica y de la temática características de estos movimientos apostólicos; adquisición de loo valores humanos que estos medios de evangelización exigen del sacerdote; vivir apostólicamente el ambiente y espiritualidad que intenta crear. La semblanza, pues, del sacerdote apto para este apostolado de minorías, se podría pincelar así: apóstol que no sólo domine con flexibilidad la temá– tica que va a exponer, sino que viva, o al menos tenga interés para vivir, esa espiritualidad que intenta comunicar; pedagogo, con suficiente penet,ración para conocer la fisonomía particular, el matiz propio, la personalidad de la tanda, del cursillo o "equipo"', y para saber qué es lo que debe decir en cada momento; flexible, para saberse amoldar a los oyentes y exponer la medi– tación o enfoque que en aquella circunstancia interesa; con valores humanos de generosidad, desprendimiento, entusiasmo, simpatía y jovialidad. Termina el poniente esclareciendo que estos métodos nuevos no deben modificar, en lo sustancial, los métodos tradicionales, pero si deben influir en éstos, en cuanto a la temática, ya que responden a la mentalidad del hombre de hoy. 39
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