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cías mísíonales en estos centros fabriles coinciden en indicar que aquí no se debe hablar de política, ni de temas apologéticos; bastantes coinciden en que el temario de verdades eternas ha de ser enfocado de manera distinta: que se emplee poco tremendismo y se hable más de la bondad de Dios, del cielo, de la belleza de la vida cristiana y, sobre todo, del acto de perfecta contrición. Tampoco se han de tratar, ex profeso, temas sociales. Comunicaciones Se ha hecho mención de ellas en la ponencia. Coloquio P. Mauricio: Agradezco nos digan los defectos que adviertan en el Reglamento de Misiones. P. Javier de Valladolid: En el Primer Congreso de Apostolado, celebrado en Mon– tPhano, se levantaron actas que fueron enviadas a todas las casas de la provincia. Allí se prohibieron, o se dificultaron, las conferencias a grupos. P. Leandro: No se debe lanzar a los misioneros a la improvisación. Por ejemplo, la misión de enfermos exige una preparación detallada. El encargado de la misión de enfermos no debe limitarse a hablarles por radio, sino que debe asumir toda la cues– tión de enfermos: visita, confesiones, etc. P. Buenaventura de Santamaria: lSe deben abordar las propagandas adversas, por ejemplo, la de los Testigos de Jehová? P. Leandro: Directamente, no; pero sí solucionar las dificultades que estas pro– pagandas presenten. No es necesario citarlos. P. Miguel Angel de Madrid: En las misiones diocesanas de Santiago de Compostela esa fue la consigna que se nos dio. P. Cornelio de Lezaun: Es conveniente tener conferencias de tipo mixto para ma– trimonios; pero, de no hacerlo muy bien, mejor es no hacerlo. En plan de captación son muy eficaces. P. Buenaventura: ¿No se podrían introducir-como ya se realiza en Francia– Misiones de Barrio o Misioneros de Barrio? En estas misiones dos PP. predican en la iglesia, mientras otros dos visitan las familias y organizan reuniones en casas par– ticulares. P. Leandro: Esto se suple con las misioneras-catequistas. Ponencia 15 LA POST-MISION, U ORGANIZACION DE LA PERSEVERANCIA Por el P. CASil\URO DE BILBAO La perseverancia es el gran problema y la prueba de la eficacia de las misiones. La definió el ponente "stabilis et perpetua permansio in statu gra– tiae" (San Agustín). Esta perseverancia, llamada también "magnum donum", es la perfecta o final. Hay otra perseverancia que se denomina imperfecta, y que --salta a la vista la distinción- no dura hasta el final de la vida. Puede suceder que no haya perseverancia y que se dé un fruto maravilloso en la misión. Habrá "cosas" que nunca se harán patentes a los hombres, y que habrán dado mucha gloria a Dios y mucha vida a las almas. El que exista una "contramisión" de los enemigos, que continúen los escán– dalos y los atentados contra la moral y permanezcan las ocasiones de pecado, no dice nada en contra de la fecundidad maravillosa de un&. misión. En cuanto a la organización de la perseverancia, el ponente señalo al 34

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