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volantes, programas de mano, carta a los párrocos, aviso en los púlpitos, llamadas telefónicas, avionetas, anuncios luminosos, indicación de centros, sin descuidar, naturalmente, la prensa, radio, televisión, cine. Toda preparación debe dirigirse a estos tres fines: uifusión, penetración y exaltación de la misión. Hoy están muy en boga los estudios sociológico-religiosos. No hay duda que para conocer el público y el lugar de la misión, puede y debe hacerse este estudio. En manos de los Padres misioneros constituirá una magnífica orientación en todas sus actuaciones, que de ese modo serán más propias y adaptadas a los fieles que misionan. Los misioneros deben de seleccionarse muy bien: el éxito de la misión depende en gran parte de los mismos. Conviene, pues, que cada misionero trabaje en el centro que reclama sus aptitudes y disposiciones. Toda misión ha de tener un director general, que debe de ser un m1s10- nero, el cual ha de estar libre de toda actuación en un centro misional doter– minado, para atender así mejor a todas las necesidades que durante una misión surgan infaliblemente. Ha de ser un hombre de personalidact, :auto– ridad y flexibilidad. El clero secular, los religiasos y las religiosas deben cooperar activa– mente en la misión, por los medios de que dispongan, iglesias, colegios, alumnos, etc. Los seglares han de formar las comisiones preparatorias de h misión, con trabajo definido. Han de ser personas influyentes, activas y eficientes. Las comisiones deben trabajar durante la misión y en la post– misión. Las misiones no pierden nunca su eficiencia: tal vez sea necesario re– formar su temática, estructura de actos, etc., pero siempre serán un medio extraordinario de apostolado eficacísimo para renovar la vida cristiana de las masas. Comunicaciones Desarrollaron el gmon de la encuesta del ponente: teoría, experiencias y obser– vaciones personales sobre una misión; función del director de la misión, del clero diocesano, de los religiosos y seglares; modo de crear el clima misional para una gran zona homogénea; pasado y presente de las misiones populares por zonas hu– manas homogéneas. P. ISIDRO DE SAHAGÚN.-Lo esencial e inmutable de la misión es su carácLer po– pular, la predicación de las verdades eternas, mandamientos y sacramentos, espe– cialmente la confesión. Una misión de quince días, con dos pláticas solamente sobre la confesión, no me parece misión. La temática tradicional admite adaptación, temas de captación y de orientación, pe:mección y apostolado. El informe previo al mi– sionero ha de ser directo y secreto. En la organización y desarrollo de la misión, aun– que utilizando los medios técnicos, se ha de procurar no enrarecer el clima de sobre– natw:alidad. La organización no ha de matar tampoco ni desvirtuar la personalidA.d del misionero, que ha de tener cualidades especiales, preparación y dedicación a est.e mi– nisterio. El director responsable ha de ser siempre un misionero. Hay que prevenir la colaboración de todas las fuerzas vivas. particullmnente de los colegios de reli– giosos, Elementos de conquista sqn los niños y lM juventudes; con frecuencia son insustituibles los institutos femeninos misioneros. 28

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