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Ei programa de fonna.ción humanística del santo Doctor capuchino es directamente adaptable a nuestros tiempos, concretamente en la adquisición de las lenguas mo– dernas y en el estudio de las clásicas. Todos nuestros Padres deberían domí:nar, al menos, uno de los idiomas más influyentes; y no deberla faltar en la provi!.lcia un nutrido grupo, Jectore5 y profesores, que poseyeran plenamente las tres grandes len– guas internacionales: í:nglés, francés y alemán. En cuanto al aprendiza.je de las len– guas clásicas, no es una cuestión de gusto personal, sino un deber de disciplina y obediencia a los programas de estudio impuestos por la Iglesia. La Sagrada Congre– gación de Seminarios y Universidades, en carta dirigida a los obispos, acusa un grave descenso en los estudios humanísticos. P. TEÓFILO DE GusENDos.-Los últimos Papas, y más concretamente nuestros Padres Generales, han dado las normas y directrices que hemos de seguir para alcanzar el justo medio y Conservamos fieles a los fines propios de nuestra Orden. En cuan– to al humanismo o cultivo de los valores humanos y, en general, de toda la natu– raleza creada, tenemos los. fundamentos del humanismo franciscano que SaI1 Fran– cisco nos ofrece en sus Lau.di y, sobre todo. en el Cántico del Hermano Sol, en donde hasta la muerte es bendecida y alabada. Cree que el humanismo franciscano puede y debe ser una de las armas más eficaces de nuestro apostolado, muy especialmente tratándose de la formación de la juventud. P. FELIGIANO DE VENTOSA.-Enumera y analiza los diversos humanismos: 1) huma– nismo histórico, o cultivo de las humanidades clásicas; 2) humanismo integral, que ccmpleta ese humanismo clásico con nuevos elementos que responden a las exigen– cias de elevación y de nobleza que late en el hombre, por ejemplo, el sentimiento de respeto a la In1Ujer; 3) humanismo devoto, que es un modo de entender la ascesis cristiana más en confonnidad con las exigencias humanas; 4) humanisno excesivo, en su doble forma de antropocentrismo o de compaginar con la santidad el disfrute de todas las alegrías humanas no pecaminosas. Excepto esta última, las otras formas dE' humanista competen a San Lorenzo. Por nuestra parte, neaesitarnos hoy, más qve nunca, armamos de un humanisrrn::> que cultive nuestra inteligencia y nuestra voluntad frente a las "técnicas de envilecimiento". El franciscanismo es un mara– villoso sistema de humaiúsmo integral. En cuanto al humanismo excesivo. sólo en su aspecto ascético nos puede interesar aquí. Debemos cultivar el humanismo devo– tc, en su aspecto comprensivo y a.cogedor. P. MODESTO DE SANZOLES.-El humanismo de San Lorenzo nos habla de nuestro deber de presencia en este campo, conforme a la circunstancia de tiempo y espa– cio. En consecuencia, debemos seguir cultivando las lenguas y literaturas clásicas, obJeto especifico del humanismo histórico: a) para mostrarnos sumisos a la Iglesia que así lo prescribe; b) por ser de í:ntrinseco valor educativo, portador y afirmador de valores espirituales y culturales; c) por nuestro propio prestigio: decepcionaría un sacerdote que no sepa bien el latín, y, en menor grado, el griego. Nuestro hu– manismo debe hoy extenderse, además, a las lenguas modernas de mayor importan– ria cultural y social. Debemos cultivarlas: a) por razón de cultura y prestigio; bl por necesidad en el campo de la investigación; cl por su conveniencia para el apos– tolado, tanto para el ejercicio de éste como para, estar al tanto de sus métodos y corrientes modernas. Por- últÍlllO, hay un deber de presencia en el campo del hu– manismo, tal como hoy se concibe: un sistema de pensamiento y programa de acción encaminados a la formación integral del hombre. Nuestra presencia aquí ha de servir para cristianizar ese humanismo y, si es posible, informarlo de fran– ciscanismo: hacer un humanismo franciscano seria la mejor forma de hacerlo cristiano. No hubo coloquio. 16

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