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renovación fundamental. sino el perfeccionamiento de las armas de combate (P. GE– NERcso DE BARCENILLA). Coloquio El moderador del Congreso, P. Mauricio de Begoña, afirma que el problema de las características del apóstol capuchino se ha tratado en otros congresos. Destaca la continuidad en la trayectoria seguida en nuestro modo de ser y de actuar. Seria inoportuno redescubrir características inéditas. · No hay, pues, coloquio. Ponencia 3 SAN LORENZO DE BRINDIS, APOSTOL BIBLICO Por el P. CARLOS DE VILLAPADIERNA San Lorenzo de Brindis fue, en toda la amplitud de la expresión, "un humilde servidor de la palabra de Dios''; realiza plenamente la definición que del predicador da San Agustín: "Divinarum Scripturarum tractator et doctor". Lector en la Orden y predicador especializado de judíos y protes– tantes, hizo de la Biblia la primordial fuente de predicación, la sustancia y el espíritu de toda actividad apostólica, sometiéndose, además, a una labor asidua y concienzuda para resolver las dificultades que encierra el texto sagrado. La Biblia constituye el núcleo vigoroso de todos los escritos de nuestro santo Doctor, como lo atestiguan las 50.000 citaciones y alusiones bíblicas que en ellos se encuentran. Todas sus palabras están vivificadas por la savia perdurable de los libros sagrados, interpretados y expuestos "secundum sen– sum quem tenuit et tenet Sancta Mater Ecclesia". Algunos de sus trabajos, como la "Explanatio in Genesim" y el "Mariale", llegan, desde el punto de vista bíblico, a la altura de los mejores de la época. Sus homilías, claras, ló– gicas, profundas, están tapizadas inteligentemente de textos bíblicos, traídos con oportunidad y sin violencia. La exégesis laurenciana, apoyada en el aná– llsis y comparación de unos textos con otros, realiza luminosamente una de las garacterísticas de la moderna exégesis: interpretación de la Biblia por la misma Biblia. Para imitar a San Lorenzo, apóstol bíblico de primera magnitud, es ne– cesario que el actual misionero o catequista haga de la Biblia como hizo él: sustancia, savia, espíritu de toda su predicación. Y esto es seguir el espíritu auténtico de la Iglesia, el método primitivo y verdadero de la enseñanza c:cistiana; realizar que la predicación es una catequesis: la preparación re– mota y próxima de los catecúmenos consistía fundamentalmente en leerles la Sagrada Escritura, comentando y vivificando esta lectura para introdu– cirlos en la economía sacramental. Los nuevos métodos de pedagogía misional deben tender a situar el cris– tianismo en la corriente vital de la revelación, tal como se manifiesta en el transcurso de los siglos, haciendo de la Biblia, custodiada por la Iglesia, el vehículo conductor del plan de Dios sobre el mundo. De este modo nuestra enseñanza, catequesis o predicación, será verdaderamente "kerigmática", en cuanto que estará acorde con el "kerigma" salvífica, transmitido y encar– nado en la historia desde las promesas hechas a Adán hasta la floración triunfal y definitiva del Apocalipsis. 9

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