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-7- El Siervo de Dios, Padre Luis de lVIasamagrell, penitente capuchino del convento de «La lVIagdalena:i,, ilustre por su extraordinaria virtud más que por la aureola de su digni– dad episcopal, es el que dió las Con.stituciones a las nueva,; religiosas. Tan acertadas normas ascéticas, inspiradas en la legislación y Regla de la Seráfica Orden Capuchina, mere– cieron la aprobación del Eminentísimo Cardenal Monescillo, Arzobispo de Valencia. El 11 de mayo de 1885 profesaron las primeras religio– sas quedando con esta fecha constituída canónicamente la Congregación. En este mismo año apareció en España el cólerª morbo, siendo lVIasamagrell uno de los pueblos más castigados, cuyo Ayuntamiento requirió a las religiosas por mediación del en• tonces Rvdo. Padre Luis de lVIasamagrell, residente en el convento de C:Ípuchinos de la Magdalena. Las nuevas religiosas, célebres por su virtud, se presta– l'Oh con toda su alma y movidas del Verdadero espíritu cris– tümo, se trasladaron a la referida villa, entregándose al cui– dado y asistencia de los enfermos día y noche. Antes de un mes perecieron cuatro de ellas víctimas de la caridad, reci– biendo así la Congregación de Terciarias Capuchinas su bautismo de sangre. La quinta de estas religiosas se dedicó entonces a reco– ger a los niños y niñas que a consecuencia de la peste que– daron huérfanos dando así origen al «Asilo» que principió a funcionar en agosto de ese mismo año. Pronto vinieron ·otras dos religiosas a formar la pequeña Comunidad, que, apoyada por el Honorable Municipio, continuó su obra de ali– mentar, vestir y educar a estos seres necesitados. Bien organizadas con perfecta reglamentación, estas re– ligiosas, presentáronse ante la sociedad con este lema: «ca– ridad cristiana, abnegación, sacrificio», produciendo super– abundantes frutos de virtud.

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