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47- Excusamos decir que los primeros acometen con brío los. estudios de Derecho Civil o Administrativo y Procesal, pero huyen con desprecio del Penal que da muy poco nombre y sobre todo menos dinero. En cambio, la mujer a quien el corazón determinó a c1·u • zar el umbral universitario, obsesionada con la idea de re– dención del caído, se enfrasca en el Penal, desmenuza el Có– digo, analiza el delito y pondera la reacción que hace la so– ciedad frente a él con la Penología; consagra horas y horas a la Criminología y saborea, llena de deleite, la Psicologfa y Psiquiatría del delincuente, etc., etc. hasta que harta de teoría y dejándose llevar siempre por el corazón, busca el sujeto. Consagrada la que esto escribe a la idea de reformar, pero oprimida por la realidad, seguimos consagrando horas y horas al estudio de la cuestión. Pues entonces ¿ por qué no empezar con el mno o la niña? Ya sentada esta premisa sigamos por los campos de la re– dención de caídos en su árido estudio. Mas, para hacernos comprender, nos será preciso exponer con el menor número posible de palabras qué es reformar y qué procedimientos hay que .seguir para conseguirlo. Todo el mundo tiene una idea de ello y así al decir «re– formar» ya ve algo estropeado o deformado y un modelo a que eF preciso ajustarlo de nuevo. Esto, que es bien dificil, tratándose de una cosa, por ejem– plo, de un vestido o de un par de zapatos lo es mucho más tratándo11e de un ser humano. En efecto para arreglar algo lo primero que se precisa es conocer el material en que vamos a trabajar, estudiar sus desperfectos y apreciar si tiene arreglo; después viene la reforma. Lo mismo hay que hacer con el ser humano. O lo que es igual se precisa un diagnóstico y p1w1óstico antes de empezar el tratamiento y éste consistirá en i1· suprimiend~

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