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Una Visita a la Escuela Hogar de la Sagra– da Familia. DELE ser lo coniente en todo estudiante de Derecho ingresar en la Universidad con un concepto muy vago de la carrera, sin orientación alguna y soñando tan solo con un birrete que proporcione aire doctoral, o en un brillanh; discurso pronunciado ante el foro o con un despacho repktc, de papeles, cuyos muros quedan ocultos por la policromía de los más variados libros, que desde los estantes de unas bi– bliotecas pretenden convencer al cliente de la profunda ciencia jurídica de su dueño. Luego, la realidad se encarga de coff,el'iir estos su0üos dorados en unas modestas oposiciones a plazas de poca im– portancia, quizás escondidas en pueblos desconocidos y for– mando parte de un desesperante escalafón, integrado por infinito número de peldaños, y que va, paso a paso, con incon– cebible lentitud, elevando la cuantía de una nómina, que al llegar a la máxima categoría bien se puede afirmar que tiene en todos los aspectos el valor de una mínima". Esta, que es la realidad, con ligeras variaciones cuando el estudiante pertenece al sexo masculino, en cuya psicología tiene grandísima preponderancia la cabeza, es muy diferente cuando se trata de una mujer porque a la mujer hartas vecec: el corazón le obliga, con diversas miras, a lanzarse por el árido camino de las ciencias jurídicas.