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-43- como los misioneros, las únicas profesionales de la medicina y de cirugía menor. Cada día atienden nuestras religiosas a cerca de un centenar de pacientes que acuden a ellas, con– fiando en su pericia y en su caridad inagotable. Como el divino Maestro, curan los cuerpos y sanan las almas. Es nny frecuente el caso de uno o varios enfermo~ o lisiados que al recibir el alivio suspirado, anndillan bendiciendo la bondad y caridad de sus bienhechol'ai y cla– mando: ¡ Creo, señor, quiero ser cristiano! En Octubre de 1947 instaláronse en Kingchuan tres reli giosas Capuchinas procedpntes de la Estación de Paishui. Fueron l'Pcibidas con entusiasmo desbordante por el Manda- 1·ín y por toda la población. El Mandarín pronunció un ch~– curso dándoles la bienvenida y diciendo que toda la ciudad las saludaba con júbilo. Millares de enfermos o lisiados atPn– didos cada mes, son millares de almas que bendicen al Dios de los cristianos, millares de seres que abre.1 los ojos a la luz del Evangelio. ¡ Benditas las manos que derraman tan cPlestiales bie1ws sobre seres desgraciados'. ... Tres son ya las religiosas de nuestra que desde China :mhieron a la mansión del descanso eterno, donde recibieron el supremo galardón prometido a los que logran salvar un alma (S. Iac. V, 20). Sor Pacífica de Anna, 21 Febrero, 1934. Sor l\fa. Milagro de Ororbia, 6 Enero, 1943. Rda. l\fadre Guadalupe de Meliana, 1 Septiembre, 194,t Habíanse trasladado al país de las persecuciones con vivo deseo de presentarse en el Cielo teñidas sus túnicas con la Sangre del Cordero Inmaculado; pero el Señor les preparó un martirio incruento, siendo la fatiga y las fiebres mortí– feras del país los únicos verdugos que segaron aquellas vidas juveniles y gloriosas En el Cielo ruegan sin cesar por sus Hermanas de China

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