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41 y las colocan en los Asilos, Orfanarnrios o Santa Infancia. Los indios del Caroní no abandonan f'US criaturas, ppro no se resisten a entn•garlas a las Religiosas para cpe las mantengan. En el Asilo reciben cultura religiosa, cívica y literaria; aprenden artes, oficios o agricultura. Los varones pasan pronto a la tutela de los Misioneros que completan su edu– cación. Los orfelinatos y Colegios ,;on centros ch• ensefianza, cuya influencia se deja sentir en una dilatada comarca. De ellos salen Sacerdotes, Religiosos y btwn núnwro de Vírgenes Catequistas que suelen ser excelentes auxiliarus de la Misión. Pero además son fruto del Orfelinato o del Co– legio, gran número de jóvenes de uno y otro sexo q le lleg·a11 a formar hogares cristianos de ejemplar moralidad. Y en tiempos de peTSecución confiesan su fe con el mismo nilor invicto que los cristianos de los primeros siglos. Cada vez que alguna joven toma el Velo de; Virgen Cate– quista, se celebra fiesta solemnísima. La primera doncella que tomó el Velo en Sifengchen, fué Angela \Yang, que, en. los primeros días de su infancia babía sido reeibida é'n el Asilo por nuestras Hermanas. El acontecimiento tuvo lugar el ,1 de Oetubre de 19°17, revistiendo caractere¡; de fiesta extraordinaria. En China, más que en otros países, deben lucha1· Herma– nas y Misioneros contra la tenacidad de los adultos paganos, que sostienen sus falsas creencias con tesón digno de mejor causa. Pero un excelente medio para quebrantar la contu– macia de estos seres desgraciados es la caridad cristiana de los misioneros con obras de beneficencia, singularmente con comedores gratúitos en época de carestía y con Dispensarios y Hospitales. .Esta es la labor más dura de nuestras Hermanas de Chi– na. No existiendo médicos en aquella región, son Pllas, así

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