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«Bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanza– rán miseric01'día». La Tel'ciaria Capuchina ávida de practicar el bien con el prójimo informada del espíritu de ·su Venerado Padre Fundador, d¡,sarrolla su actividad con igual interés en an– cianatos numerosos como fos de Popayán, Buga, Palmira (Co– lombia) o en otros de corto número, como el de Respaldil'la /Alava). Es que Dios no recompensn las obras por su brillo sino por el ideal que las anima. Otro de los objetivos de nuestro benéfico apostolado son los enformos, quienes en muchos casos no lo son tanto física com0c moralmente. Sí, las almas también están enfermas, y son tan grm·es y variadas sus enfermedades que necesitan de médico y me– dicinas especiales. Nuestro Divino Jesús y su Santísima :;.\:ladre se nos ofre– cen prácticamente como ejemplares perfectos en este sagra– do oficio de enfermeros, cuando vemos a nuestro Sefior mé– dico universal, efectuando maravillosas curaciones: En el caso de la suegra de San Pedro; del paralítico d,! treinta años, de los sordos y tantos otros ¡pe acometidos de cualquier otro mal, nos describe el Santo Evangelio, re– currían a El para recibir su bienhechora influencia. Junta– mente con la salud corporal oían de sus divinos lHbios estas o semejantes palabras: «Vete en paz y no peques más». ¡ Qué carácter tan dulce y qué sentimientos tan delica dos nos manifiesta la Santísima Virgen cuando al saber por mediación del Arcángel San Gabriel que su prima Isabel necesita de sus cuidados, se lanza allá a prestarle los más humildes y caritativos servicios! Hambrienta la Terciaria Cap:ichina de imitar estos mo– delos, tan sublimes como divinos, se 1·eviste de la caridad de Cristo y con su blanco uniforme, emblema dt> la purezc1

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