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--24- a la Santísima Virgen y... al Niño Jesús (como dicen ellos). Respecto a los Reformatorios nunca será bastante apre– ciada y admirada su labor. ¡Qué hermosa y sublime! Nues– tro amado Padre Fundador cuán presente tendría siempre el fin por el cual todo un Dios se hizo hombre! Redimir, le– vantar al caído, fundando dos congregaciones para ambos fieXOS. Llegan a nuestras Casas niñas de catorce, ocho, dieciséü; afios, faltas de toda noción moral y religiosa. Para alg"Jnas, las hermanas son sus enemigos, y ¡cómo se transforman! ¡ qué de milagros obra la gracia del Señor en esas almas! La Hermana se ha interpuesto entre Dios y ell.1s y un día trns otro pese a los múltiples sacrificios, humillaciones y trabajos, ha conseguido la mayoría de las veces convei·tir aquella fierecilla en un manso · corderillo, que diariamente se acerea reverente a la Sagrada Mesa, convencida de que lo más grande que existe en este mundo y mayor felícidarl reporta, es conocer y amar a Dios. Tenemos además a nuestro cargo Asilos, Hospitales, Ci.í– nicas, Sanatorios. En éstos, ¡cuánta paz y bien derraman las Hermanas sobre las almas!... Y de las Misiones, ¿ qué te diré? Hoy el espíritu misio– nal s-e va extendiendo cada vez más en el m 1 1ndo. Son tan• tos nuestros hermanos que no disfrutan del beneficio de la Redención... tantas las almas que yacen en las tinieblas del paganismo... Ante esta consideración no me sorprende el que muchos jóvenes... de ambos sexos, se sientan animados de; espíritu misional y abandonen la Patria, la familia y cuanto pudiera reportarles algún bienestar. Nuestra Congregación tiene también su campo de acción en las lVIisiones. Creo con todo lo expuesto haber satisfecho tus deseos y que a continuación dirás: Verdaderamente, ¡qué hermos".

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