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-22- en arreglar unas míseras redes. ¿ Qué te parece esto'; He ahí representado el personal de nuestra amada Congregación. Jesús, la suma Ciencia y Sabiduría admitía en su com-• pañía, haciéndolos suyos, con el nombre de hermanos e hi– jitos, a toda clase de individuos siempre que en ellos veía deseo ardiente de seguirle y amarle con toda la fuerza de sus corazones. He ahí el ideal de nuestro Venerado Padre Fundador continuado por las actuales Rvdmas. Madres al admitir aspirantes: ninguna otra mira, ni otro fin que el de dar gloria al Señor con miembros, cuanto más santo;; mejor. ¿ Faltan en ti esos buenos deseos'? ·No. Bien lo de– muestra tu cartita. Pues entonces abandónate en brazos del buen Jesús, y El se encargará de suplir tus deficiencias co– mo lo hacía durante su vida mortal con sus fieles seguidores. El allanará esas dificultades que a juicio tuyo son como mon– tañas inaccesibles, pero que en realidad no son más que fruto de una imaginación exaltada por un momento. Ahora accediendo a tus deseos, siquiera a grandes ras– gos, te daré detalles de los distintos fines a que declie,1 11uestra Congregación. ¿ Pensabas que ;;ólo nos ocupamos en la enseñanza de niñas mayores de seis u ocho años? Ko. Nm•stro campo de acción es extenso y variado; yo puedo hablarte algo respecto a esto por experiencia. En los años que llevo de vida religiosa he trabajado en muy difetentes empleos que la Santa Obediencia ha tenido por bien asig– narme. Algunos cursos con niñas de edad escolar y mayores; una temporada con parvulitos y otra, en Reformatorios. En verdad no sé decirte en dónde me encontraba mejor: si con las niñas, admirablemente, teniendo por brújula lleYarlas a Dios; con los parvulitos... ¡oh! ¡ oué ratos rnn felices al veme una rndeada de ese enjambre de angelitos! ora te tiran del hábito, ora te hacen preguntas, ora tienes que prestarles mil servicios... etc., pero que en sus almitas ino.centes y puras poco a poco vas sembrando y despertando ese amor a Dios,

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