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Disculpas del charlatán. Y ni una palabra de la monja que pudiera haber di– cho: ¿no le parece, Señor, que también valemos para otras cosas y no estamos tan desfasadas.. ? En Palencia se bajó el señor. Alguien comentó a su espalda: - "Qué impertinentes somos. Cuando nos vol– vemos charlatanes somos como las tuberías rotas, moles-: tamos hasta que no se nos tapa la boca". La palabra define a la persona. Es la piedra de toque para juzgar su valer, su discreción y su bondad. Por eso 'leemos esta medida de prudencia en la Biblia: "No elogies a nadie antes de oírlo hablar. La palabra es la prueba de los hombres". (Eclo. 27,7). 95

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