BCCCAP00000000000000000000396
frágil, para poner a su servicio, no sólo su frío saber, sus conocimientos, su técnica... , sino su corazón y su mente cargados de humanismo. Ha de ofrecerse como instrumento de misericordia y de paciencia. Y la misma ciencia que posee ha de aplicarla a curar las enfermedades, sin olvidar la bondad de su tra– to, la cordialidad que el enfermo necesita tanto como su experiencia científica o su habilidad. En una plegaria compuesta por el Papa Pío XII y que recitaba con frecuencia en su reunión con los médi– cos, comprometía a éstos a "dilatar el corazón en el trato con los enfermos para responder con solicitud a la fe que los pacientes ponen en ellos". Existe una triste despro– porción, a veces, entre la enorme fe con que el enfermo va al médico y la "distancia de corazón" que éste inter– pone. La medicina habría que definirla como la ciencia práctica de intentar curar, pero con amor. Valga esta de– finición también para quienes, no siendo médicos, debe– rían andar con humanidad por las dependencias de los grandes hospitales. Como así lo hacen. El Papa Juan Pablo II, refiriendo pensamientos de Pablo VI, en la Carta Apostólica que escribió sobre "El Dolor Humano", ofrece metas muy estimables a los mé– dicos, tan queridos por él, cuando les viene a recordar que tienen que reflejarse: - "Paternales al compadecer". - "Sinceros en el considerar". - "So/feítos para curar". - "Fuertes para no eludir responsabilidades". - "Delicados al pronunciar el misterio del do- lor o de la muerte". Y sobre todo: "firmes para defender el respeto a la vida contra la tentación del egoísmo". 52
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz