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Los artistas han dejado escapar algo tan fuerte y be– llo como el semblante risueño que responde al gozo de Je– sús en algunos momentos de su vida. En el Castillo de J a– vier, en la raya de Aragón, se venera un Cristo, llamado "Cristo de la sonrisa"; es una talla de nogal, grave y son– riente. En esta imagen la sonrisa se impone a la tortura y al dolor... Existen, ciertamente, motivos en el mundo para la pena y el llanto. Pero Jesús pertenece al grupo de aque– llos que han acogido la alegría terrena y espiritual, y no miran a la tierra como algo extraño o como una prisión. Por eso la postura de Jesús ante la vida y sus valores es positiva, afirmativa y religiosa. Su mirada es optimista. Desprecia los ayunos farisaicos que turban la alegría. Re– chaza toda ascética sombría, espasmódica y violenta y se declara en favor de la vida interior alegre. Es falso, como afirmó Nietzsche, que "Jesús nunca riera". Imposible en un Hombre-Dios que traía la "bue– na noticia" de la alegría del Padre, que comparaba el Rei– no de Dios a una fiesta y la misma glorificación final co– mo un sentarse a la mesa, gozosamente. Cada vez nos cuesta más desarrugar el entrecejo; ¿qué nos pasa? Cada vez se ve más gente malhumorada. Un hombre tan vitalista y religioso como el Papa Juan Pablo II ha dicho: "Otra necesidad de los hombres de nuestro tiempo es la de la sonrisa, la bondad, la amistad". Evite, amigo, el ser sombrío y lúgubre. Así no se lle– ga ni a santo, ni siquiera a hombre. Ser humano es el pri– mer tramo para llegar a ser hombre religioso y amigo. Son bastantes los que no entienden esto; la sonrisa, el chiste, la bagatela verbal les molestan. Están en pecado contra la amistad y la esperanza... 49
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