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- "Hay agresividad televisiva, mezcla de cinismo y exaltación de aspectos míseros y degenerados de la vida humana". El cristian,o no debe dejarse llevar de la dinámica de la agresividad, porque nada sería más opuesto a los fun– damentos cristianos del amor fraterno. Hemos de procla– mar, la paz... Porque si el hombre es un ser luchador y, muchas veces, agresivo, se define también como ser fami– liar, solidario, generoso y tierno. Lo horrible es cuando estas categorías se enajenan y anulan por la pasión cegadora de la violencia. Es urgente prestigiar el lenguaje, la convivencia, la familia, el respe– to al otro, el aguante. San Pablo puntualiza: "No nos destinó Dios a la ira y a la agresividad; sino a la paz y a la salvación de Cristo". (Tes. 5,9). 47
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