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reza, añade el que maquina y piensa para aniquilar y ma– tar. .. Sería, más que curioso, re\'._elador, realizar una en– cuesta a nivel particular y social para conocer si el hom– bre emplea diariamente más la palabra para comunicarse de corazón o para herir. Moderar el lenguaje es una exi– gencia elemental de sabíduría humana. El desenfreno de la lengua -dice el libro bíblico de los Proverbios- "causa más víctimas que la espada". La pauta moderadora de Jesús era esta: "Vuestro lenguaje sea: sí, sí... , no, no". La boca fustigadora no puede suplicar a nadie dere– chos para la vida de los demás. La verbosidad insultante, mordad y acerba, azuza a la pelea y conduce al hombre a equipararse más a la bestia rapaz que al "ser pensante". Sólo existe sociedad, cuando en ella hay gozo de vivir. Si crece el resentimento, como la mala hierba, si salimos a la calle predispuestos a la defensa, la convivencia fraterna está esencialmente amenazada. "Bienaventurados los pa– cíficos". Un análisis del ambiente que vivimos da como resul– tado que la violencia es el lenguaje usual en nuestra socie– dad: - "Hay agresividad por tener", depredar y quitar, con toda la secuela de robos. - "Hay agresividad competitiva", en esa forma de presentar el consumo o la cultura. - "Hay agresividad callejera", ruidosa, vociferante, encrespada... - "Hay agresividad política, ideológica". - "Hay agresividad asesina". 46
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