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142 Sin embargo, ¡Feliz Navidad! Tengo un amigo que me suele comentar que hay un día en el que se siente especialmente alegre de ser hombre; celebra. saberse hombre con los desfallecimientos, limita– ciones, sueños y gozos que implica. ¡Ese día, es el día de Navidad! - "Somos cosa muy pequeña -comenta- pero en la Noche de Navidad, Dios se hace niño, "cosa pequeña" como nosotros. ¡Nada menos que Dios considera impor– tante "hacerse hombre". Por eso en las Fiestas de Navi– dad, no te extrañes -afirma con humor- verme andar fe– liz, más estirado y elegante, porque el nacimiento de Dios-Hombre me hace comprender, de verdad, la impor– tancia de serlo. Ninguna pequeñez humana me duele. Y no me cuesta repetir cien veces al día: ¡Feliz Navidad". Estoy con mi amigo: ¡Feliz Navidad! A los que creen y a los que no creen tanto; a quienes tienen salud o a quie– nes les ha mordido la enfermedad. A hombres y mujeres. A viejos y niños. ¡ Feliz Navidad! Ya sé que ni el humanismo auténtico de que se revis– tió Jesús, ni la paz anunciada por los ángeles de la Noche– buena, son aún realidad en el mundo. Se nos ha ofrecido a todos la posibilidad de entrelazar las manos; de aceptar– nos gozosamente; de encontrar a Dios en las pajas de una pobre choza... Y la paz que descendió del cielo, no cubre la tierra. 376

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