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Estos días en todas las casas recibimos montones de cartas, cartas familiares, de amigos, de conocidos. Casi todas dicen lo mismo: "Felices fiestas", "Una entraña– ble Navidad", "Felices Pascuas y próspero Año Nuevo", "que el Niño-Dios le bendiga". ¡Gusta que se recuerden de uno, aun aquellos que no lo hacen casi nunca! ¿Recuerdas la fecha en que tú recibiste la última feli– citación? ¿Un ángel de estos? Porque una carta de Navi– dad es como un ángel, bonita, breve, rápida como un án– gel. Y dice lo mismo que el ángel: "Te deseo paz". Te estoy imaginando un poco más feliz. No me des las gracias. Sólo, que cuando oigas cosas raras de que los hombres son tan malos, no hagas mucho caso. Hay gen– tes muy buenas. Ya ves, yo me he acordado de desearte: - "Feliz Navidad". No me des las gracias, sólo el obsequio de tu sonrisa amable. Y tÍl y yo demos gracias a Dios por la cita que con Jesús tenemos esta noche. Te deseo: Paz y Bien. 375
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