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prendieran que Dios los tiene cerca. Y que Yo estaba allí temblando para compartir abandonos y amor. Con los pastores, los pobres, hice mi primera fiesta de Dios-Hom– bre; porque los ángeles de aquella noche sólo fueron la cobertura de la esperanza de la Redención. Misterios de Dios, ¿verdad? Alegraos, hombres. Así comenzó vuestra redención. Mas no quisiera que redujerais mi venida a un recuerdo histórico. Navidad ocurre todos los días. Cuando "el po– bre que posee poco y reparte lo poco que tiene; cuando el sediento da agua y el hambriento da pan; cuando el débil fortalece al que es aún más débil que él "voy yo mismo en vuestro caminar". Cuando se dice la verdad allí donde impera la mentira, cuando se ama allí donde hay odio, cuando se pide la paz allf donde reina la guerra, "voy yo mismo, Dios y hombre, en vuestro caminar. La Navidad se prolonga. Yo, Jesús, sigo naciendo en la vida de los hombres. Por medio de este niño que tiembla, Dios dijo definitivamente al mundo y al hombre: yo te amo". ¿No lo han dicho así vuestros pensadores, vuestros poetas, los profetas de todos los tiempos? Esta es la verdad definiti– va. Felicidades a todos. Vuestro hermano Jesús de Naza– fet". 372
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