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fue tan poética como vosotros la representáis, hubiera na– cido en los aledaños del Palacio de Herodes o en un cha– let -que podía- en la orilla del mar de Tiberiades, no os hubiera servido de Redentor. Si aquella primera Nochebuena, aquella primera Na– vidad mía, hubiera recibido los primeros parabienes del natalicio, del Rey, de los plenipotenciarios, de los escri– bas, jefes y doctores..., me hubieran sacado de la cueva y no me hubieran visto los pobres. Si hubiera tenido cuna y colchón y criada y baño, más tarde alguien, los que hoy nacen en el suelo, me lo podrían echar en cara... Afortunadamente nací pobre y entre pobres, sin más: sin casa, sin con/ort, sin vecinos. Como Dios pensé la víspera de nacer hombre: "MAÑANA_NAZCOHOM– BRE" y seré pobre, impotente, incatalogable, sin poder, en la debilidad de los que viven olvidados, de los que duermen en la paja y se calientan con el vaho de los ani– males. Así seré de todos. Como Dios pensé: "MAÑANA NAZCO HOM– BRE". Y a la hora exacta mandaré ángeles a la tierra pa– ra que canten la paz. Unos se enterarán, otros no. Y hasta alguien querrá matarme. ¡Pobre Herodes! Y nací. Y se inició la Primera Navidad. La alegría de ser hombre, por– que Dios, Yo, El Verbo, Jesús quise ser hombre. En mi carne de niño estaba toda la grandeza de la humanidad. Y llamé a los pastores que son sencillos y pobres; a veces, maliciosos, pero siempre naturales y nobles. No me hicieron tantos regalos ni vinieron al establo con tarros de miel como dicen los cuentos de Navidad o cantan los vi– llancicos. Pero me reconocieron como MESIAS, que es lo que quiero yo de vosotros, y se sintieron a gusto conmigo, con José y con mi madre, María, porque eran pobres y podían acercarse sin protocolo. Quise nacer así para que los humildes, para qué los "don-nadie" com- 371

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